¿Qué es la conducta suicida?
Cuando queremos entender una problemática, es imprescindible poder definirla, poder contar con unos conceptos básicos que nos permitan conocer su extensión y su delimitación con otros comportamientos. En el caso de la conducta suicida, esta necesidad es especialmente importante, pues todavía hoy no hay una definición internacionalmente acordada.
Sabemos que estamos hablando de conducta suicida cuando la persona presenta algún grado de intención de acabar con la propia vida. Esa intención de acabar con la propia vida es el elemento único que nos permite identificar la conducta suicida, por tanto, se debe establecer como el objetivo de toda intervención, ya sea clínica, de acompañamiento familiar o social, formal o informal. Esta intención de acabar con la propia vida evoluciona en un proceso gradual, de menor a mayor gravedad, que engloba cinco elementos:
- Ideación suicida.
- Amenazas.
- Gestos suicidas.
- Tentativas suicidas.
- Muerte por suicidio.
Se contemplan las amenazas suicidas por la importancia y la relevancia que adquieren en la adolescencia, y a menudo se evidencia a través de ellas la presencia de la ideación. Los otros cuatro elementos generan un escenario conceptual suficiente para definir toda la conducta suicida. Cada uno de ellos se diferencia del anterior porque supone un paso más en la gradación de la gravedad. Así, los gestos suicidas o actos preparatorios son más graves que la ideación, y las tentativas son más graves que los gestos.
Dada la capacidad explicativa de estos elementos, se consideran innecesarios los extensos listados de términos que se recogen en algunas definiciones. Por poner algún ejemplo, habitualmente encontramos el término «verbalización suicida», pero en esta propuesta entendemos que la verbalización es la vía o el canal a través del cual la persona comunica alguno de los elementos. Es decir, en tanto que no podemos leer la mente, la única forma que tenemos de saber si una persona está pensando en la muerte es que nos lo diga o verbalice. De este modo, si una persona nos explica que ha llevado a cabo una acción determinada que puede provocarle la muerte, no está haciendo una verbalización suicida, nos está explicando (verbalizando) que ha hecho una tentativa de suicidio. Otro elemento muy utilizado es «comunicación suicida», una expresión también confusa, porque todo en el suicidio es un acto comunicativo y no nos permite saber de qué estamos hablando.
Por último, entendemos la ambivalencia como un proceso presente en todas las decisiones del ser humano. Es eso lo que da valor a «algún grado de intención de acabar con la propia vida»; no importa el tamaño, pero si su presencia. Así, cualquier conducta de riesgo, por muy arriesgada que sea, incluso la presencia de comportamientos autolesivos sin intencionalidad suicida, no la consideramos conducta suicida, y tampoco contemplamos el término «parasuicidio».
Una aproximación a los comportamientos que conforman la conducta suicida:
Ideación suicida
Abarca todos los procesos de valoración interna de la idea de acabar con la propia vida. Resulta de la reflexión de aspectos como:
- Las situaciones vitales.
- Las expectativas.
- La falta de salida ante determinada situación que genera malestar.
- La falta de energía para hacer lo que uno cree que le sacaría de la situación que genera malestar.
- La sensación de ser una carga para los otros.
- La satisfacción de la propia persona.
- Etc.
Esta ideación suicida puede comprender diferentes fases:
- La valoración o el deseo de estar muerto (ideación pasiva): «Ojalá me pasara algo»; «Preferiría estar muerto»...
- Un planteamiento interno de tomar acciones contra la propia vida (ideación activa): «Me voy a matar»; «Voy a acabar con todo»...
- La planificación del intento de suicidio: decisión del día, de los métodos, etc. En su extremo último, con la planificación de la tentativa, ya estaríamos hablando de un riesgo alto de suicidio.
Amenazas suicidas
Las entendemos como la verbalización de estos pensamientos, pero con una orientación a la acción, con un compromiso de la persona de pasar al acto. En las personas adolescentes es muy frecuente que las amenazas sean el primer indicio que tenemos acerca de la presencia de estas ideas de suicidio, de estos procesos internos. Vale la pena recordar que los adolescentes nos pueden amenazar con muchas cosas, pero si nos amenazan con acabar con su propia vida, es que llevan tiempo pensando en ello.
Gestos suicidas
Los gestos suicidas hacen referencia a todos los actos preparatorios necesarios para llevar a cabo el intento de suicidio. Sabemos que es un gesto suicida cuando entendemos lo que está pasando sin necesidad de que la persona nos informe verbalmente de lo que está haciendo.
Vale la pena recordar que los adolescentes nos pueden amenazar con muchas cosas, pero si nos amenazan con acabar con su propia vida, es que llevan tiempo pensando en ello.
Intento de suicidio o tentativa autolítica
Estamos ante un intento de suicidio cuando la persona, tras haber preparado el escenario, inicia una secuencia de acciones cuyo resultado prevé que será la propia muerte. El elemento que marca el intento de suicidio es el inicio de la secuencia, sin importar el momento o motivo de finalización. Si la persona inicia la secuencia y el malestar orgánico, el miedo a continuar, una eventual intervención de algún familiar o cualquier otro motivo interrumpen dicha secuencia, estamos ante un intento de suicidio o tentativa autolítica. Estas se pueden considerar de mayor o menor letalidad, si se quiere, pero eso no excluye que estamos ante un intento de suicidio.
Muerte por suicidio (suicidio consumado)
La muerte por suicidio es el intento de suicidio o tentativa autolítica que acaba con la muerte de la persona.
Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:
También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.
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024
Línea de atención a la conducta suicida -
061
Salut Respon -
900 925 555
Teléfono de prevención del suicidio de Barcelona