www.som360.org/es
Blog

Recomendaciones para el bienestar de la persona voluntaria

El autocuidado es fundamental cuando se acompaña al final de vida
Marta Revert Garijo

Marta Revert Garijo

Enfermera. Programa Final de Vida y Soledad.
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
Pili Huarte Artigas

Pili Huarte Artigas

Trabajadora social. Responsable de la Unidad de Voluntariado Pamplona – Tudela. Coordinadora Proyecto SE+.
Hospital San Juan de Dios de Pamplona y Tudela
Marga Pérez Meléndez

Marga Pérez Meléndez

Trabajadora social. Responsable de Voluntariado y Obra Social.
Hospital San Juan de Dios de Zaragoza
autocuidado voluntariado

El final de vida es una situación de gran complejidad y fragilidad, no solo para la persona sino también para su familia y entorno más significativo (amigos, cuidadores formales e informales). Se requieren unos cuidados específicos enfocados en la mejora de la calidad de vida de todas las personas del círculo íntimo a través de la prevención y el alivio del sufrimiento, por medio de la identificación temprana y la impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicosociales y espirituales. Es imprescindible ofrecer unos cuidados centrados en la persona, que entiendan la muerte como un proceso natural y busquen la promoción de la autonomía y la dignidad de la persona.

Autocuidado profesionales

Pautas de autocuidado para profesionales de la salud y del sector social

Dada la gran complejidad, individualidad y dificultad de las situaciones que se viven al final de la vida, los equipos de cuidados paliativos deben ser en esencia multidisciplinares y requieren de la coordinación de los esfuerzos del entorno significativo, los profesionales asistenciales y las personas voluntarias.

El rol de la persona voluntaria es fundamental en el proceso de final de vida.

Entre los múltiples beneficios del acompañamiento podemos destacar:

  • Ofrece apoyo emocional a la persona acompañada y a la familia, así como a su entorno más significativo.
  • Alivia el sentimiento de soledad sentida.
  • Disminuye el aislamiento social de la persona enferma y de su entorno significativo.
  • Fomenta el ocio y la autonomía. El ocio y el entretenimiento pueden aumentar la autoestima y la calidad de vida.
  • Detecta necesidades. Gracias al vínculo, el tiempo y la cercanía, las personas voluntarias pueden detectar determinadas necesidades que ayuden en el proceso final de la vida. Es importante hacer partícipes al resto del equipo terapéutico.
  • Potencia la sensibilidad ciudadana. 

Acompañar situaciones de final de vida puede convertirse en una experiencia única, una oportunidad para el autoconocimiento y el crecimiento personal, pero, como cualquier situación que nos expone a la vulnerabilidad humana, puede poner en riesgo nuestro bienestar físico y emocional. Por ello, el autocuidado de la persona voluntaria es un pilar fundamental para cualquier acompañamiento, pero en situaciones de final de vida lo es mucho más, si cabe.

Estrategias sencillas para el autocuidado de la persona voluntaria:

  • Acoger las emociones. No hay emociones positivas y negativas. Hay emociones que nos gusta sentir y otras que no. Tomarnos la libertad de sentir lo que sentimos y no guiarnos por lo que creemos que debemos sentir.  Bloquear o reprimir las emociones genera más dolor.
  • Parar, respirar y escuchar. Las emociones pueden mezclarse, generando un profundo malestar emocional. Reconocer y entender qué sentimos es una tarea complicada, que requiere tiempo.
  • Soltar. Acoger y validar las emociones es fundamental, pero no podemos caer en el error de acogerlas indefinidamente. Debemos «soltarlas», expresarlas o externalizarlas. No existe un sistema único para expresar las emociones. Cada uno debe encontrar el suyo (escribir en un diario, hablar con alguien, orar, pintar).
  • No podemos elegir lo que sentimos, pero sí podemos decidir cómo actuar. Es saludable y necesario legitimar todas las emociones, pero no podemos legitimar todas las conductas resultantes. Dejarse llevar por las emociones no es siempre la mejor opción. Las reacciones inmediatas suelen ser irracionales, viscerales y primarias. Muchas veces, es preferible parar, entender la emoción que nos invade y darnos tiempo para reaccionar desde la tranquilidad y la calma.
  • Actuar desde la calma reduce el malestar. La calma invita a la escucha, la comprensión, aceptación y legitimación de las emociones. Nos ayudará a no reaccionar ante las personas de nuestro entorno; si paramos y escuchamos, podremos ver más allá de las reacciones viscerales las personas que nos rodean.
  • No estamos solos. No hemos de olvidar que la persona voluntaria no desarrolla su actividad sola, sino que hay todo un equipo con ella al que puede pedir ayuda, soporte y compartir dificultades. El trabajo en equipo nos permite también el aprendizaje de nuevas estrategias para el autocuidado.