La fisioterapia en el tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria
En el año 2010 empezaron a surgir los primeros estudios con pautas y programas de ejercicio físico para las personas con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Queda mucha investigación que hacer en relación a los resultados obtenidos, pero en el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos se ha apostado por desarrollar un programa específico con el objetivo de integrar el ejercicio físico en la vida diaria de las personas atendidas de tal forma que aporte beneficios significativos que repercutan en la mejora de su calidad de vida. Este programa se está realizando desde el Servicio de Fisioterapia y Recuperación Funcional de este centro madrileño, con la colaboración del servicio de enfermería y la nutricionista, y la supervisión del equipo de psiquiatría y psicología de la unidad de TCA.
La realización de ejercicio físico por parte de las personas con un TCA suele presentar una conducta distorsionada, su actitud puede oscilar desde una gran motivación a la falta total de interés. De igual forma se suelen producir alteraciones en las actividades que afectan a la frecuencia con la que se desarrolla, así como la duración o la intensidad en la realización de los ejercicios. Esta alteración sobre el control de la situación coincide con la forma de actuar de la persona con TCA en otras situaciones de su vida.
Diversos estudios sobre personas con TCA muestran la presencia de la práctica de ejercicio a intensidades elevadas que, generalmente, se mantiene en el tiempo pese a presentar efectos negativos. El ejercicio físico compulsivo, posiblemente el más observado en estos trastornos, es utilizado por la persona para provocar una modificación del peso o figura corporal, no siendo consciente de la alteración física y emocional que provoca.
Un programa de fisioterapia para aprender autocontrol
En respuesta a este comportamiento, el propósito principal del programa desarrollado en este centro es integrar el ejercicio físico en la vida diaria de las personas con TCA, trabajando el autocontrol de las situaciones antes descritas y vinculadas al exceso de ejercicio, duración e intensidad, así como la inexistencia del mismo y, por supuesto, que tomen conciencia de los efectos negativos que puede provocar no tener control de la situación. Al trabajar situaciones que requieren de autocontrol (aumentando cada día la dificultad) conseguiremos que se extienda a otras áreas dicho esfuerzo y aprendizaje.
Con el equipo multidisciplinar de la unidad de TCA se marcan los objetivos a conseguir, que adaptamos para dirigirlos a través de las sensaciones, fuerza y dinámicas que implementamos después en la sala de fisioterapia. En este sentido, es clave que las personas atendidas perciban que hay consenso en la forma de abordar estas cuestiones por parte de todo el equipo multidisciplinar y que este consenso supone un beneficio para su proceso de recuperación.
Para formar parte de este programa, el equipo multidisciplinar de la unidad de TCA realiza una valoración de cada persona atendida para que el programa pueda tener la mejor aceptación posible. Se valora estado físico, emocional, estado cognitivo, comportamiento individual y grupal, actitud ante actividades diarias, medicación, patologías asociadas, IMC, etc. El servicio de fisioterapia diseña una serie de actividades y ejercicios que se adapten al estado físico de cada persona atendida, de tal forma que, poco a poco, pueda ir integrando la actividad fisca en su vida diaria y su capacidad de control y aprendizaje de los mismos. Siempre con la idea de ir mejorando estos ejercicios y, si es necesario, aumentando su dificultad según vayan pasando los días. Si el resultado y comportamiento de las personas atendidas es positivo, se puede recompensar con actividades supervisadas que la propia persona solicite bajo supervisión.
Durante el proceso se mide el estado de implicación y actitud que presenta la persona participante ya que, en muchas ocasiones y debido a su trastorno, su estado puede no ser muy receptivo para realizar actividades ya sea por sobreexcitación, depresión o ansiedad. También se da el caso contrario, que aparece una hipermotivacion e hiperactividad. Nuestra labor es saber observar estas situaciones a través de ejercicios y esfuerzo, e ir adaptándolos si requieren menor gasto energético, mayor actividad, mayor o menor control, propiocepción, etc., y registrar toda la evolución para su posterior análisis.
Las tablas de ejercicios dentro de la actividad física a realizar son creadas y adaptadas por el equipo fisioterapeuta de manera individual para cada persona de acuerdo a su estado físico y con un IMC superior a 20. La actividad física va encaminada a trabajar la fuerza, el control motor, propiocepción y la movilidad dinámica de todos los ejes corporales. El ejercicio siempre debe estar bien estructurado, ya sean de propiocepción, fuerza o cardio, así como los circuitos que engloban variedad de ejercicios, todos supervisados de forma constante.
De la intervención individual a la grupal
El programa de actividad física se practica tanto de forma individual, con un programa a medida de cada persona, como grupal, momento en el que se añaden una gran variedad de ejercicios o circuitos. En las actividades grupales se trabaja la empatía entre el resto de personas atendidas y los equipos profesionales, y se da protagonismo a las personas participantes, que deben dirigir y orientar sobre cómo realizar el ejercicio o actividad a los demás compañeros. La terapia grupal debe ser dinámica y rítmica, de tal forma que exista más implicación por parte de la persona atendida, motivándola a mejorar día a día. Esta implicación potencia en la persona la sensación de saber qué hacer, cómo hacerlo y le aporta seguridad de poder guiar a otras personas ingresadas en la Unidad de TCA.
En la terapia grupal desarrollamos una primera fase de ejercicios de cardio, donde se emplean aparatos como bicicletas elípticas y tapiz rodado, con un tiempo que no supera los 10 minutos, con una intensidad moderada (según parámetros de cada persona y aparato), controlando la frecuencia cardiaca y con resistencias bajas. La segunda fase es la realización de tablas de ejercicios individuales o grupales, con una duración de 30 minutos. Aquí empleamos actividades de fuerza y resistencia muscular que incluyen tanto ejercicios de corta duración y alta intensidad como de baja intensidad y larga duración. Siempre controlado y supervisado en tiempo, intensidad y repeticiones.
Junto con la valoración inicial, aplicamos una medición con dinamómetro de la fuerza en ambas manos, con tres mediciones. Esta prueba se realiza el primer día de asistencia y luego se repite cada mes donde valoramos la evolución de la persona respecto a la fuerza.
Ejercicios para valorar la motivación
Tenemos dos formas de valorar la motivación de la persona. Para ello, utilizamos un bosuâ, que es un cojín hinchable sobre plataforma inestable que se utiliza para entrenar el equilibrio. Su uso nos permite valorar la fuerza y la intensidad, junto con el equilibrio y la propiocepción. Subirse al bosuâ, nos permite ver el grado de motivación con la que van a trabajar puesto que supone un esfuerzo de concentración, equilibrio y empeño por mantenerse y no caer. Es, en definitiva, una forma de guiarnos sobre el estado en el que se encuentra y nos permite orientarles en su capacidad para gestionar su estado físico y emocional.
Este ejercicio puede generar ansiedad por su dificultad, aprender a controlarla es parte del ejercicio:
Salto del suelo a la plataforma y mantener la posición de equilibrio
Se realizan como máximo de tres intentos, saltando desde el suelo a la plataforma. Deben tener un control de su posición, de su centro de gravedad y ser capaces de mantenerse encima más de 15 segundos para mantener el equilibrio. Todo esto depende de su condición física y la fuerza e intensidad con la que realizan el salto y así poder mantenerse en la plataforma.
Mantenerse en el centro plataforma, evitando el balanceo
Por otro lado, proponemos subir un grado más de dificultad poniendo el bosuâ al revés. En este caso, las personas participantes deben controlar igual todos los factores puesto que el objetivo es el mismo: mantenerse encima de la plataforma, posicionarse justo en el centro, controlar el equilibrio evitando el balanceo de la plataforma. Existe riesgo de caída o de pasarse de largo, por ello debe buscar el punto exacto donde caer para generar el equilibrio. Si la persona participante se encuentra relajada tendrá un control y una percepción del espacio donde realizar el salto en la plataforma inestable y, si por alteración de varios factores no se encuentra centrado en el objetivo, no será capaz de mantener el equilibrio en la plataforma. Cuando presenta un estado de apatía, depresión o ansiedad, no tiene todas sus funciones preparadas y existe el riesgo de caída, no mantener el equilibrio o no mantener el tiempo suficiente la bipedestación, así como «pasarse de frenada». En cambio, cuando lo hacen con todos los sentidos, concentrados, son capaces de dar un salto y mantener el equilibrio y control corporal.
Este programa ayuda a mejorar el autocontrol y a trabajar cómo gestionar la ansiedad, el estrés y los síntomas depresivos asociados a su trastorno. Los ejercicios siempre deben ser muy controlados y adaptados a cada persona: según su estado, con intensidad, repeticiones y tiempo muy definidos y evitando la compulsividad. De esta manera se pueden obtener buenos resultados mejorando la fuerza, la resistencia, el equilibrio, el tono muscular y algunos dolores asociados a posturas antiálgicas que tienen las personas que atendemos.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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