¿Qué nos puede ayudar durante el proceso de recuperación?
¿Qué miedos tenías antes de empezar el tratamiento?
¿Qué miedos tenías antes de empezar el tratamiento?
Mi principal miedo era quedarme atrapado en el propio TCA y no ver un progreso. Lo primero que me venía a la cabeza era pensar que estaría siempre dentro del bucle. Es verdad que la recuperación es larga, y puede que te acompañe durante el resto de tu vida, pero después de todo, he aprendido que hay que confiar en el progreso y en la evolución, y debes ser consciente de que cada paso que haces es una pequeña victoria. Por otro lado, me daba miedo exponerme a los demás; el pensamiento común de «¿qué dirán?», y también no volver a ser la persona que era antes, o que la gente me tratara con más tacto por el hecho de haber pasado por esto. Lo que no quería era que la gente me mirase con cara de pena. Pero gracias a esto, he aprendido a valorarme y a ver que la opinión de los demás no debe influir en tu manera de ser. Cuando comprendí esto, me quité un gran peso de encima.
El principal miedo que tenía era subir mucho de peso; pensar que tenía que seguir obligatoriamente unas pautas alimentarias estrictas, no poder controlar yo sola lo que comía o dejaba de comer, no poder saber qué aporte calórico tenía cada alimento y, evidentemente, que me prohibieran el ejercicio, que para mí, en ese momento, era la única manera de quemar todo lo que ingería para «verme mejor». A parte, pensar que tendría que estar en un centro, sin poder hacer una vida totalmente normal, me daba pánico; todo estaba supeditado a mi tratamiento y a lo que los terapeutas indicaran a mi familia.
¿Qué te ayudó a superar los momentos más difíciles durante este proceso de recuperación?
¿Qué te ayudó a superar los momentos más difíciles durante este proceso de recuperación?
Sin lugar a dudas, el arte. En mi peor momento, tuve la suerte de descubrir una herramienta determinante para mi evolución. Cuando no podía expresar mis sentimientos con palabras, solía escribir. Me encanta escribir, notaba que cuando escribía en el papel lo que sentía, podía expresarme mucho mejor. Además de esto, el dibujo también me ayudó a poder transmitir todas mis emociones a través de la pincelada y el trazo. Un dibujo podía decir mucho de mi estado de ánimo en los momentos más duros, cosa que ayudó mucho a la gente de mi alrededor para entender mi situación. Por otro lado, la terapia con iguales también me ayudó a entender que no soy el único que está pasando por esto, y poder conocer a gente que estaba pasando por el mismo proceso, me ayudó a sentirme comprendido.
Lo que más me ayudó fue el apoyo familiar, del cual estaré siempre agradecida, porque tener gente a tu alrededor que te entiende, o al menos lo intenta, es un pilar fundamental en el proceso, ya que saben cómo actuar en cada momento. Otra cosa que quiero destacar son las terapias y talleres que realizaba en el hospital de día, ya que los enfocaban de manera que me hicieran entender el porqué de mis pensamientos, de mis emociones, y cómo sobrellevarlas. Y por último, pero no menos importante, es la confianza y cercanía que me transmitían los terapeutas, enfermeras y personal sanitario en general; crear ese vínculo con estas personas te hace la estancia mucho más amena.
Tomar conciencia de que tienes un trastorno es fundamental para empezar a recuperarte. ¿Qué te hizo darte cuenta de que necesitabas ayuda? ¿Qué te hizo «hacer el clic»?
Tomar conciencia de que tienes un trastorno es fundamental para empezar a recuperarte. ¿Qué te hizo darte cuenta de que necesitabas ayuda? ¿Qué te hizo «hacer el clic»?
Al principio, fueron mis padres los que se dieron cuenta de que algo no iba bien, que necesitaba ayuda. Yo en aquel momento no era consciente de lo que me estaba pasando; yo me veía bien, de hecho, me sentía a gusto con mi cuerpo, cada vez más. Pero cuando estuve delante de la enfermera y me dijo que tenía un trastorno alimentario, todas mis alarmas se encendieron. Aquel momento fue crucial, pues no solo me habían diagnosticado el TCA, sino que me encontraba en el límite de mi índice de masa corporal (IMC), lo que indicaba que, si no había una evolución, habría un ingreso hospitalario. Fue allí donde finalmente mi cabeza hizo el clic y realmente me di cuenta de que necesitaba ayuda, porque estaba soportando un peso enorme, no podía seguir con aquel control dentro de mí, la situación me superaba y una parte de mí quería recuperarse, por muy difícil y costoso que fuese.
De hecho creo que es la clave para avanzar en el proceso, porque una vez empiezas a tomar conciencia del problema que tienes y todos los contras que te está suponiendo en tu vida, ahí es cuando haces el «clic», porque ves que las cosas no van bien, y que todas las conductas que pensabas que te llevarían a un objetivo con el que te sentirías mejor, realmente no se cumplen, sino todo lo contrario, cada vez te hacen sentir más vacía, más incapaz, triste, cansada y físicamente peor. A mí, después de muchos años, lo que me hizo decir «basta» fue ver como, mientras yo seguía estancada en el mismo sitio, en las mismas condiciones, con los mismos pensamientos y problemas, la gente de mi alrededor, con la que he convivido toda mi infancia, seguía con su vida, sus estudios, sus amistades, se divertían y crecían creando nuevas experiencias, que a mí, por mis condiciones, se me han retrasado tantos años.
¿Cuáles fueron tus principales motivaciones durante el proceso?
¿Cuáles fueron tus principales motivaciones durante el proceso?
Cuando empecé una terapia con un grupo de iguales, es decir, con gente que estaba pasando por la misma situación que yo, la verdad es que me ayudó muchísimo a poder entender qué me pasaba, pero sobre todo a ser comprendido y entendido. Me ayudó a ver que no estaba solo, que tenía a mucha gente alrededor que me podía ayudar. Encontrar a gente que ha pasado o está pasando por un proceso similar me ayudó a poder expresar mejor mis emociones y cómo me sentía por dentro, sin miedo a ser juzgado. Pero, sin lugar a dudas, lo que me impulsó a cambiar fue el ingreso hospitalario. En aquel punto me veía superado por todos los obstáculos, y yo ya no podía seguir por mí mismo, necesitaba una ayuda extra.
Poder retomar los estudios y trabajar, poder valerme por mí misma, sin necesidad de que nadie me controle cada cosa que hago, sin normas, salir y divertirme poniendo yo mis propios límites; y también ser capaz de comer algo cuando me apetezca sin limitarme por miedos, y saber decir basta cuando no me apetece algo; poder cenar fuera sin seguir ninguna dieta restrictiva o controlada. Y otra de las motivaciones fue retomar el gimnasio de nuevo, que fue de lo más gratificante, ya que durante el tratamiento es algo complicado, pero realmente se trata de una actividad sana, si se realiza con control. A mi me evade mucho y lo disfruto, y me enorgullece haber podido tomar el control de ello, sabiendo cuándo parar sin frustrarme porque no he quemado calorías y viéndolo como algo positivo para poder descansar.
Aprender a gestionar las emociones es también una parte importante del tratamiento. ¿Qué estrategias utilizas para conseguir una buena gestión emocional?
Aprender a gestionar las emociones es también una parte importante del tratamiento. ¿Qué estrategias utilizas para conseguir una buena gestión emocional?
La clave primordial creo que está en pedir ayuda. Al principio de mi proceso, creía que podía salir de esto yo solo, pero cuando uno se encuentra dentro de la recuperación, creo que es esencial pedir ayuda a las personas que te rodean, ya sean familiares, amigos o profesionales. En mi caso, me costó mucho, pues pedir ayuda me daba miedo y dificultaba la comunicación. Por eso, encontré en la arteterapia mi refugio, que me permitió expresarme sin necesidad de hablar. La comunicación es la clave para gestionar emocionalmente tus sentimientos, pero esto no implica que solo puedas comunicarte verbalmente, pues hay otras vías como la música, el arte o la escritura, entre muchas otras.
Lo principal para mi siempre fue y es saber identificar el porqué me estoy sintiendo de determinada manera para poder actuar de una forma u otra. Buscar distracciones que me hagan estar tranquila y concentrada en lo que estoy haciendo, para poder pensar lo menos posible en mis bajones o malos pensamientos. Otro forma es exteriorizar lo que siento, hablarlo con alguien de confianza que sé que puede ser «todo oídos» y que no me juzgará, porque retener todo lo malo en la cabeza al final no sirve de nada y sólo me creaba más ansiedad, porque si retienes lo que te preocupa y no sabes cómo gestionarlo, al final explota. De esta manera, puedo también recibir otro punto de vista que quizás me haga ver el problema con otro enfoque y me hace entrar en razón o, al menos, me tranquiliza.
¿Qué papel jugó tu entorno durante el tratamiento y el proceso de recuperación? ¿En qué te ayudaron y en qué no?
¿Qué papel jugó tu entorno durante el tratamiento y el proceso de recuperación? ¿En qué te ayudaron y en qué no?
Cuando uno se encuentra en un proceso de recuperación, a parte de pedir ayuda a tu entorno, es muy importante que tu entorno también disponga de una ayuda externa, profesional. Es una situación que nadie se espera y la vida no te prepara para estos momentos. Estamos acostumbrados a prepararnos únicamente para las cosas buenas, pero no hay nadie que te prepare mentalmente para estas situaciones. Así pues, es importante que tanto tu entorno como tú pidáis ayuda para poder evolucionar y saber reaccionar o intentar comprender cada situación. A pesar de todo, tu familia y amistades son un gran pilar en estos momentos, y debes confiar en ellos para que puedan ayudarte desde otro punto de vista más positivo.
Pues creo que todos los papeles posibles. Siempre han sido un apoyo ayudándome en todo el proceso, tanto físico como psicológico, ya que me han intentado comprender en todo momento y entender por qué me sentía de determinada manera. Mis amigas siempre estuvieron apoyándome en todo, me escuchaban e intentaban comprender lo que me pasaba, lo que sentía y les explicaba, por muy raro que les sonara, y nunca me juzgaron. Sí que es cierto que al final, después de tantos años en tratamiento, muchas de mis amistades siguieron con sus vidas y las acabé perdiendo, pero es algo por lo que no me siento mal, ya que, igual que he perdido muchas personas por el camino, el tratamiento me ha abierto la puerta a conocer a mucha gente, hoy en día fundamental en mi vida. Mi familia se amoldó al 200% al tratamiento; asistían a todas las entrevistas y a todos los talleres educativos. Y nunca se rindieron por velar por mi salud, aunque mi comportamiento en casa, al estar enferma, era muy difícil de llevar. Esto es algo por lo que les estaré siempre agradecida.
¿Qué le dirías a una persona que actualmente está en tratamiento por un trastorno de la conducta alimentaria?
¿Qué le dirías a una persona que actualmente está en tratamiento por un trastorno de la conducta alimentaria?
Que no está solo o sola. Al principio, puede que lo vea muy oscuro, pero no tiene que aferrarse a ese pozo, sino buscar las pequeñas luces que pueden ser determinantes para la evolución positiva en la recuperación. Puede que no se sienta cómodo hablando de esto con familiares, por eso recomiendo pedir ayuda a profesionales para tener una vía externa e, incluso, si tiene la oportunidad de hacer una terapia grupal con iguales, que no se lo piense y la haga, porque es una herramienta muy potente para sentirte comprendido.
Que aunque no lo crea, el tratamiento le ayudará a seguir con su vida, que nadie está yendo en contra de él o ella, sino que le están intentando encaminar hacia una vida mejor; que se deje aconsejar y ayudar por los profesionales, que solo velan por su salud y su futuro; que escuche e intente comprender lo que le pasa, que exteriorice al máximo lo que se le pasa por la cabecita, porque siempre nos juega malas pasadas cuando estamos en bucle con algo que nos hace sentir mal y, si no nos comunicamos, nos puede hacer tener conductas que hacen peligrar nuestra salud. Debemos valorar que somos unos privilegiados por poder seguir un tratamiento. Es importante, pues, que confíe en los profesionales que le acompañan en el proceso, pero también en sus padres, que lo que más desean es ver cómo su hijo o hija crece sano, se desarrolla y crea su propia vida. Y, por último, que confíe en sí misma, porque seguramente es una persona con mucho potencial, con un montón de oportunidades de futuro y un mundo que le está esperando, como para que un pequeño bache le desmorone la vida entera.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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