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Señales de alarma del trastorno del espectro del autismo

La detección temprana permite hacer la valoración de un niño o niña con un alto riesgo de sufrir TEA e iniciar las intervenciones más adecuadas para el tratamiento de sus dificultades. Para garantizar que esta detección se haga tan pronto como sea posible, es fundamental que los profesionales conozcan las señales de alarma.

Señales de alarma según la edad

Los niños con TEA presentan una alteración cualitativa en la adquisición de algunas habilidades específicas. Por eso hay que valorar los parámetros de desarrollo sociocomunicativo.

6 meses

  • Utilizan menos el contacto visual. 
  • Prestan más atención a los objetos que a las personas (visual y auditiva). 
  • Ausencia de sonrisa social en los intercambios con el cuidador o la cuidadora.

9 meses (además de cualquiera de los ítems anteriores) 

  • No siguen con la mirada un objeto familiar cuando el cuidador o la cuidadora lo señala.
  • No hay intercambios relacionales con el cuidador o la cuidadora (sonidos, gestos, «juego del cucú», el bebé no responde a la persona cuidadora). 
  • No extienden los brazos de manera anticipada cuando alguien los coge. 

12 meses (además de cualquiera de los ítems anteriores)

  • No balbucean.
  • No imitan gestos (como hacer adiós con la mano, dar palmadas).
  • No señalan con el dedo para obtener un objeto fuera de su alcance o muestran objetos para llamar la atención de la persona cuidadora ni establecen un contacto visual.
  • Presentan patrones de movimiento extraños (estereotipias), hacen actividades en solitario (juegos de manos o dedos ante los ojos, balanceo).
  • A veces parece que no sientan, o bien se muestran hipersensibles a algunos sonidos.
  • Presentan particularidades motrices (hipotonía/hipertonía, hipoactivitat/excitación).

15 meses (además de los ítems anteriores)

  • No establecen contacto visual cuando hablan con alguien o alguien les habla.
  • No muestran atención compartida (compartir el interés por un objeto, actividad o por las otras personas).
  • No responden de manera consistente a su nombre.
  • No responden a órdenes sencillas.
  • No dicen «papa» y «mama» con sentido.
  • No dicen otras palabras con valor propositivo (16 meses).
  • Presentan particularidades en el desarrollo de la reacción a las personas desconocidas (retardada o atípica: reacciones ausentes o pobres en las situaciones de separación o reencuentro).

18 meses (además de los ítems anteriores)

  • No dicen ninguna palabra con valor propositivo (16 meses).
  • No saben hacer juegos simbólicos con los juguetes (dar de comer a los muñecos, hablar por teléfono).
  • Ausencia de juego imaginativo.
  • No responden cuando el observador señala un objeto (mirando, verbalizando, compartiendo el placer).
  • No señalan objetos, verbalizan ni establecen contacto visual alternativamente entre el objeto y la persona cuidadora con la única intención de dirigir la atención del adulto hacia el objeto (acción protodeclarativa).
  • No llevan objetos a los adultos para mostrárselos.

24 meses (además de los ítems anteriores)

  • No hacen frases de dos elementos (no ecolálicas).
  • No muestran interés por los otros niños.
  • Presentan una marcha y/o una motricidad peculiar (andar de puntillas, giros).
  • Presentan conductas autolesivas (morderse, darse golpes).
  • Hacen pataletas con mucha frecuencia, se resisten a los cambios ambientales.
  • Se muestran muy hiperactivos, rebeldes, irritables, difíciles de consolar.
  • Prefieren jugar solos de manera autosuficiente y son muy independientes

A partir de los 36 meses

Como la detección es más tardía, conviene estar alerta en la presencia de alteraciones en las áreas siguientes:

Comunicación y lenguaje:

  • Comprensión y aspectos comunicativos afectados en diferentes grados.
  • Comunicación no verbal deficiente.
  • Respuesta pobre o inexistente a su nombre.
  • Argot sin valor comunicativo. Ecolalias inmediatas/diferidas.
  • Lenguaje empobrecido, agramatical y escaso. Inversión pronominal (el niño se refiere a sí mismo como «tú, él o ella», habla en tercera persona).
  • Lenguaje fluyente: literal, repetitivo, perseverando en determinados tópicos. Alteración prosódica (melodía inadecuada, entonación monótona).
  • Regresión o pérdida.

Relación social:

  • Imitación limitada.
  • Carencia de reciprocidad.
  • Están en su mundo, no hacen caso, van por libre.
  • Carencia de reconocimiento o respuesta de felicidad o tristeza de las otras personas.
  • Tendencia a la soledad, carencia de habilidades sociales, carencia de interés por los otros niños y por participar en juegos.

Juego:

  • Ausencia o carencia de juego imaginativo (pueden hacer pequeñas imitaciones diferidas).
  • El contenido simbólico del juego se sustituye por sus características personales, referido a un registro concreto sin contenido representativo (alinean o clasifican los juguetes de alguna manera, pero no los usan para la representación).
  • Juegos o actividades que llaman la atención porque son muy repetitivos, persistentes, estereotipados, incluso obsesivos.
  • Fijación inusual por determinados objetos/juguetes, que hacen girar.

Patrones de conducta e intereses repetitivos y restringidos:

  • Fascinación por alguna de las características físicas de los objetos.
  • Resistencia a los cambios de rutinas.
  • Estereotipias (manuales, balanceo, giran sobre sí mismos, recorren una y otra vez el mismo espacio, abren y cierran puertas).
  • Alteraciones sensoriales (tolerancia escasa a determinados sonidos, olores, gustos que afectan a los hábitos de la vida como la alimentación, la ropa).
  • Comportamiento ritualista que se asemeja mucho a la conducta del trastorno obsesivo compulsivo.

Señales de alarma a partir de los 4-5 años:

Hay niños que no manifiestan un TEA de manera clara hasta que no se encuentran con demandas sociales más complejas. Los indicadores siguientes pueden alertar al profesorado y a otros profesionales de la educación y de la salud de la posibilidad de este tipo de trastorno.

Comunicación y lenguaje:

  • Alteración del lenguaje. Melodía inadecuada, entonación monótona.
  • Vocabulario inusual en la edad cronológica o restrictiva a un tema de interés.
  • Lenguaje espontáneo escaso o reciprocidad escasa en la conversación.
  • Ecolalias (repetición diferida de frases o palabras).
  • Interpretación escasa de lenguaje no verbal.

Relación social:

  • Dificultad o interés escaso por jugar con otros niños o niñas.
  • Aproximaciones inapropiadas para jugar conjuntamente (pueden manifestar agresividad, interés por un juego de manera obsesiva, conductas disruptivas).
  • Ansiedad o incomodidad en situaciones de cambio de rutinas.
  • Dificultades para interpretar las reglas implícitas del juego.
  • Interpretación literal de dobles sentidos o bromas.
  • Contacto visual escaso.
  • Muestran reacciones extremas ante la invasión de su espacio personal o mental (resistencia intensa cuando se les presiona con consignas diferentes a su foco de interés).
  • Dificultad para entender los diferentes registros de la expresión emocional.

Conducta, intereses y actividades:

  • Reacciones desproporcionadas ante pequeños cambios (rigidez).
  • Ausencia de flexibilidad y juego imaginativo cooperativo, aunque pueden crear solo escenarios imaginarios determinados (copiados de los videos o dibujos animados).
  • Juego solitario, repetitivo y con la misma secuencia.

Otras áreas: Perfil inusual de habilidades y deficiencias cognitivas (pueden tener buena memoria visual, vocabulario superior a su edad cronológica o dificultades en el razonamiento abstracto). Hipersensibilidad sensorial (ansiedad ante algún ruido, prendas de vestir, etc.).

Señales de alarma en la adolescencia

En adolescentes no diagnosticados previamente, en la educación secundaria y/o bachillerato, se debe tener en cuenta, además de las anteriores, las características siguientes:

En las relaciones sociales:

  • Habilidades sociales escasas para comprender conductas sobre la sexualidad emergente.
  • Dificultades o interés escaso por una orientación vocacional.
  • Orientación vocacional restringida a sus intereses y poco compatible con una actividad profesional.
  • No haber tenido nunca amistades próximas y no compartir los intereses de los chicos y las chicas de su edad (afectividad, actividades sociales, imagen).
  • Interés excesivo por un tema o actividad hasta el punto que presentan una falta de curiosidad sorprendente por otras actividades.
  • Falta de comprensión social sobre las necesidades relacionadas con su edad y su futuro.
  • Aislamiento social por falta de interés en las relaciones propias de su edad o porque no encaja en los grupos o no entiende el funcionamiento.
  • Comorbilidades emocionales (trastornos de ansiedad o depresivos) frecuentes en esta edad a causa del estrés relacionado con el incremento de demandas sociales y educativas.

Fuente: Pla director de salut mental i addiccions. Pla d’atenció integral a les persones amb trastorn de l’espectre autista (TEA).