La depresión en la gente mayor

La depresión en personas mayores es mucho más frecuente que aparezca en forma de irritabilidad, ansiedad, inquietud e incluso con síntomas y molestias físicas. Además, también es más prevalente la presencia de ideas de muerte y de clínica delirante y, en cambio, menos que expliquen sensación de tristeza.

No. Igual que ocurre en el resto de la población, la presentación de los síntomas es muy variable. Por ejemplo, algunas personas pueden presentar mayor inquietud, mientras que otras pueden encontrarse más apáticas y lentas; algunas personas pueden encontrarse preocupadas por molestias físicas, y en cambios otras, por ejemplo, pueden sentir preocupación por su situación económica. Por ello, es necesaria una buena exploración de la persona (y a ser posible su entorno) de forma individualizada.

En la mayoría de estudios que se han llevado a cabo para analizar la prevalencia de depresión en personas mayores, se ha podido demostrar que es más frecuente en mujeres que en hombres. Como factores de riesgo se han podido encontrar, entre otros, la viudez, el aislamiento, la pobreza y el estar institucionalizado en una residencia.

En primer lugar, lo más importante es explicar a la persona que sabemos lo que le pasa y que entendemos el sufrimiento que padece. Este primer paso de empatía resulta fundamental para poder ayudar. En muchos casos, la persona anciana con depresión puede incluso no ser consciente del problema que padece ya que el diagnóstico puede ser difícil. Mostrar claramente esta disposición a ayudar es fundamental. Es muy importante también mostrar la seguridad en una recuperación y la confianza en el tratamiento que se indique para superar la depresión.

La familia debe mostrar apoyo y comprensión. De entrada, debe intentar evitarse banalizar el problema. Con las ganas de ayudar se puede perjudicar con expresiones como «esto no es nada» o «lo que tienes que hacer es animarte». También es importante evitar culpabilizarse de la situación. Lo mejor es que la persona mayor con depresión sienta que no está sola y que la familia está proporcionando ese apoyo.

Es cierto que se cree que la depresión en personas mayores está infradiagnosticada (sobre todo teniendo en cuenta que se estima que casi un 40% de personas mayores pueden presentar síntomas depresivos). Aunque, probablemente, haya varias causas que expliquen que no se diagnostique tanto, seguramente la presentación atípica de la clínica y la confusión con otros diagnósticos (básicamente somáticos y de deterioro cognitivo) sean dos de las causas principales.  

Con un buen tratamiento individualizado los porcentajes de mejoría son muy elevados. Para ello, es fundamental la detección de forma lo más temprana posible y una exploración completa para poder elegir el mejor tratamiento para la persona.

Cualquier cambio en el funcionamiento o en la personalidad de la persona mayor puede ser indicativo de una posible depresión. Por ejemplo, dejar de hacer actividades de las que previamente se disfrutaba, cambios en la manera de organizar el día o tendencia a enfadarse fácilmente en alguien a quien previamente no le sucedía pueden ser causados por una depresión. No obstante, no cualquier cambio es debido a una depresión, ante la detección de estas señales es importante poder abordarlo con la persona y ofrecer ayuda profesional ante la duda.

Lo mejor es acudir al centro de salud de referencia. Su médico de familia es probable que le conozca por haberle atendido por otros problemas de salud y, en cualquier caso, es la persona indicada para poder realizar ese diagnóstico lo antes posible. El médico podrá hacer el diagnóstico y poner el tratamiento más conveniente. También podrá hacer el seguimiento necesario para observar la evolución y valorar en caso de que sea necesaria una derivación a un especialista en salud mental.  

Aunque en ocasiones la presentación es clara y resulta fácil discernirlo, la demencia es la duda diagnóstica principal para la depresión. Así, en ambas se puede observar pérdida de interés e ilusión, cambios respecto a la personal previa, fallos de memoria y alteraciones en sueño y apetito. Para poder diferenciarlas es necesaria una exploración completa que en muchas ocasiones requerirá de pruebas complementarias y muy probablemente de una valoración longitudinal.

A destacar además la complejidad del asunto ante lo frecuente que resulta la unión de ambas. Por ejemplo, la mitad de las personas con demencia tienen síntomas depresivos y, en ocasiones, los primeros síntomas de demencia son de tipo depresivo. Por ello, la diferenciación de ambas no es nada fácil y requiere del abordaje de un especialista para ello.

No siempre. En casos de depresión leve, de hecho, se aconseja inicialmente un abordaje centrado en los factores psicosociales de la persona y se puede optar por un abordaje psicoterapéutico. No obstante, la piedra angular del tratamiento es el farmacológico (concretamente antidepresivos).

La verdad es que hablar de la muerte en nuestra sociedad ha sido siempre un cierto tabú. La persona mayor puede sentir miedo cuando ve que el paso de los años es inexorable y que la muerte se está aproximando. La sensación de miedo es muy humana por el desconocimiento más allá de la muerte. En el caso de que la persona mayor tenga sentimientos religiosos pueden servir como ayuda y alivio. En cualquier caso vale la pena hacerle ver que su vida ha tenido mucho sentido para nosotros y resaltar los muchos aspectos positivos de una vida plena que será recordada. También se puede ayudar dejando claro a esa persona que siempre estaremos a su lado y que no le abandonaremos en ningún momento. En este sentido dejar claro también que se le ayudará también a que el momento final será tranquilo y sin dolor ni sufrimiento.  

Igual que en personas no mayores, el tratamiento en depresión mayor resistente consiste básicamente en la asociación de antidepresivos y potenciación con otros psicofármacos (sobre todo antipsicóticos y litio). Además, la Terapia Electroconvulsiva (TEC) es otra de las opciones, particularmente aconsejable en personas con elevada comorbilidad, necesidad de respuesta urgente o mala tolerancia a tratamiento farmacológico.

Es el término clásico con el que se hace referencia a las depresiones que se presentan como un deterioro cognitivo, mejorando no obstante los síntomas cognitivos al mejorar la clínica depresiva al no tratarse realmente de una demencia.

El abordaje psicoterapéutico con mayor evidencia científica es la terapia cognitiva-conductual seguida por la terapia interpersonal, aunque se realizan también otro tipo de intervenciones psicológicas. En cuanto al papel de la familia en la intervención psicológica, éste es básicamente de apoyo a la persona que lo recibe, aunque en ocasiones hay algunos abordajes que requieren de la intervención de la familia y de la participación de ésta en terapia.

Es muy difícil poder tomar decisiones sin conocer más el caso de su madre pero es muy probable, por lo que explica, que su madre esté seguida de forma adecuada por un profesional. En cualquier caso hay que tener en cuenta que el objetivo de mejora en muchas ocasiones puede ser modesto, aunque con ello se consigue una importante mejoría y evitar sufrimiento. Hay muchos aspectos de la depresión que pueden mejorar, aunque pensemos que la persona no avanza demasiado. También hay que pensar que cuando la depresión se hace crónica y dura mucho tiempo, esas mejorías, aunque leves pueden facilitar mucho el funcionamiento del día a día. Podemos ayudar sencillamente haciendo saber a su madre que estamos ahí para lo que necesite. Que entendemos su sufrimiento y que afortunadamente su vida ha sido muy importante para nosotros. Es fundamental para su madre sentirse querida y vale la pena expresarle abiertamente los sentimientos. Hay que ayudarla a poder hacer alguna actividad que le guste y con la que pueda disfrutar.

Lo que nos explica es una reacción muy humana. Pienso que su madre no es la única que siente tristeza ante una separación que llegará por ley natural. Por eso es muy importante hacer de cada día una oportunidad. Decirse cada día lo que disfrutan viviendo juntas y recordar los muchos y buenos momentos vividos. Su madre estará más tranquila si sabe que su vida ha valido la pena y su hija le mantendrá el recuerdo vivo. Si no hay otros elementos para pensar en ello, esta sensación de tristeza no sería suficiente para habar de depresión.

Creo que ya le ayudan bastante mostrando preocupación y haciendo ver a su madre que no está sola. Su madre está atravesando una situación muy difícil pero seguramente es una mujer fuerte. EL hecho de que no quiera ir a vivir con ningún hijo no tiene por qué ser peor. SU madre siente seguramente que se encuentra rodeada de su ambiente y sus recuerdos en su casa, aunque ahora viva sola. Este ambiente conocido puede ayudarle y centrarle más en estos años difíciles. Es muy importante mantener la comunicación con la madre. Que ella sienta que importa de verdad a sus hijos. Llamarle a menudo y organizar actividades de reuniones familiares. También que pueda verse con amistades. En el día a día convendría apuntarse a alguna actividad en algún centro cultural para personas mayores.

Por lo que explica podría tratarse de algún problema emocional de tipo depresivo  o alguna otra disfunción cognitiva relacionada con la edad o ambas cosas. Ciertamente que la pandemia del COVID-19 ha hecho aumentar el sufrimiento de muchas personas. En el caso de su suegro creo que lo más adecuado sería llevarlo al centro de salud para hablar con su médico de familia y explicarle los síntomas y las circunstancias de vida actuales.  

La depresión es una enfermedad que tiene unos criterios diagnósticos bien definidos. En cualquier caso, a la hora de valorar los síntomas de la persona con depresión hay que tener en cuenta la interpretación que pueda hacer el profesional que hace el diagnóstico. La relación asistencial entre el médico y la persona atendida es fundamental para una buena evolución. Le sugiero que hable con franqueza con su médico de familia y le explique las dudas que comenta para que pueda aclararle los conceptos que necesite.

Lamento la situación que comenta. Seguramente su madre está sufriendo los efectos de la pandemia, como bien dice, entre los que se encuentra el importante impacto emocional. Aunque también las consultas telefónicas a distancia han supuesto una herramienta que ha podido ayudar en muchos casos a mantener el contacto entre las personas y los profesionales de la salud, en el caso que comenta creo que habría que intentar conseguir a la mayor brevedad posible una visita presencial para valorar la situación de su madre.   

Hoy en día no hay un predictor para ello. Sin embargo, igual que hay factores de riesgo de sufrir una depresión (consumo de tóxicos, estresores vitales, de personalidad…) hay algunos que son más propios de población mayor. Así, los principales factores de riesgo de presentar un episodio depresivo en gente mayor serían el haber presentado episodios previos, el aislamiento social, el deterioro cognitivo, el deterioro funcional y comorbilidades somáticas.