¿Cuál es el papel de la enfermera en el abordaje de los trastornos psicóticos?
Las personas con experiencias cercanas a la psicosis pueden tener contacto con los servicios de salud, ya sea en el ámbito hospitalario, en el comunitario o en ambos. Pasar por estas experiencias suele tener un impacto emocional y funcional para la persona afectada y para su entorno.
La enfermera está presente en todos los ámbitos asistenciales, haciéndose partícipe de los procesos de cada persona, con una misión clara que abarca dos funciones: cuidar y acompañar. Para ello, es importante establecer una relación terapéutica, es decir, un vínculo de confianza para que haya una comunicación bidireccional, sincera y horizontal. Este vínculo sólo se puede generar teniendo una actitud abierta y mostrando tolerancia y respeto por la persona y por sus valores morales y éticos.
Una vez establecida esta relación, se trabajan aspectos importantes del cuidado de las personas atendidas. Entendemos que una función fundamental de la labor de la enfermera es la de ayudar a entender los síntomas, ya que su impacto afecta de manera significativa en la vida de cualquier persona. Reflexionaremos sobre cuáles son estos síntomas y trabajaremos sobre ellos para darles un sentido.
Algunos de los síntomas relacionados con la esfera psíquica producen sufrimiento, por lo que el primer paso es poder empatizar e intentar calmar la angustia. Para ello hay que mantener una actitud de escucha y cercanía. Posteriormente, es necesario aportar información para gestionar estos momentos de inquietud.
La presencia de síntomas también puede producir cambios respecto al funcionamiento a nivel físico: fatiga, sensación de tensión, pérdida o aumento de peso, abandono de hábitos saludables, etc. Una de las funciones de la enfermera es identificar conjuntamente con la persona atendida los cambios que ha experimentado y la causa de los mismos. Así, podremos realizar intervenciones motivacionales para optimizar la salud física.
Para empatizar e intentar calmar la angustia de la persona atendida hay que mantener una actitud de escucha y cercanía.
Por otro lado, teniendo en cuenta que el entorno es un factor fundamental, resulta crucial contar con personas de referencia que puedan formar parte del proceso de recuperación de cada individuo: familia, amigos, compañeros, vecinos, etc. Junto a ellos abordamos aspectos importantes para una comunicación efectiva y solventamos dudas que pueden ir surgiendo durante el proceso.
En conjunto, con el equipo asistencial, tratamos temas relacionados con la medicación, la manera en la que se utiliza y los efectos secundarios que puede producir. En este sentido, abordamos aspectos muy diversos, desde indicaciones higiénicas y dietéticas a seguir en ciertos tratamientos, hasta problemas en el funcionamiento a nivel sexual o reproductivo.
La enfermera también puede aportar información y asesoramiento sobre técnicas de relajación, comunicación asertiva, control de impulsos, salud física o consumo de drogas.
La enfermera ha de ser accesible y tener capacidad de adaptación para gestionar los cambios que puedan ir surgiendo.
En períodos en los que los síntomas se atenúan o desaparecen, se trabajan las señales de alarma que la persona identifica, y se establece un plan conjunto basado en el respeto y en el acuerdo mutuo, para que se pueden poner en marcha medidas justas y consensuadas si la situación cambia.
Teniendo en cuenta que los procesos vitales son únicos en cada persona, la enfermera ha de ser accesible y tener capacidad de adaptación para gestionar los cambios que puedan ir surgiendo.
En conclusión, el verdadero reto de nuestra profesión está en realizar el acompañamiento en todas las etapas de la vida, aportando calidez y cercanía en momentos de extrañeza y soledad, pero también compartiendo las satisfacciones y los logros alcanzados durante el camino.
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