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Artículo

Impacto de los estereotipos de género en las mujeres con TCA

El sexismo y el estigma del peso, dos factores que influyen en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos de la conducta alimentaria
María Calado

María Calado Otero

Psicóloga, investigadora, formadora y docente
Estereotipos y TCA

Resumen

El Instituto de las Mujeres del Ministerio de Igualdad de España ha publicado el estudio El impacto de los estereotipos de género en las mujeres jóvenes con trastornos alimentarios, que aborda, desde una perspectiva sociocultural, el impacto de los roles y estereotipos de género en los trastornos de la conducta alimentaria de las mujeres jóvenes, y plantea propuestas sobre políticas públicas, estrategias o actuaciones por parte de instituciones, entidades y profesionales. 

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El inicio a edades cada vez más tempranas de los trastornos alimentarios y su relación con trastornos de salud mental en la edad adulta, como la ansiedad, la depresión o los comportamientos autolesivos preocupa desde hace años a quienes trabajan en el ámbito sanitario. Sin perder de vista que influyen múltiples factores en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos alimentarios, es preciso destacar el papel del género (Infografía I):

  • Se da una proporción de nueve casos de mujeres frente a uno de hombres.
  • Las mujeres sin trastorno alimentario se muestran inseguras e insatisfechas con los cuerpos normativamente. 

Estos datos apuntan a que la socialización de las mujeres vinculada a nuestros roles y estereotipos de género es muy relevante y son fuente de malestar en las mujeres de la sociedad occidental actual. En este sentido, el informe El impacto de los estereotipos de género en las mujeres jóvenes con trastornos alimentarios, publicado por el Instituto de las Mujeres (Ministerio de Igualdad de España), tiene como finalidad llevar a cabo un análisis de cómo el sexismo y el estigma del peso están en la base de la violencia vinculada a la imagen corporal, que influye en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos alimentarios en aquellas mujeres vulnerables. Para ello, se ha llevado a cabo una revisión de la bibliografía publicada en revistas científicas del ámbito de la salud, de las las reflexiones de las autoras feministas y del movimiento antigordofobia.

presión estetica

La presión estética puede desencadenar problemas de alimentación

Discriminación y violencia simbólica

El análisis desde esta perspectiva sociocultural, de género e integradora ha permitido hacer visibles las discriminaciones vinculadas a un tipo de violencia simbólica que sufrimos las mujeres: violencia estética. Discriminaciones naturalizadas por la sociedad e interiorizadas por las mujeres con trastornos alimentarios. 

Y es que los mensajes que se reproducen en los agentes de socialización de pertenencia de una forma directa (familia, grupo de iguales, trabajo o estudio, pero también en consultas médicas o por parte del profesorado) y de referencia (cultura audiovisual, medios de comunicación y redes sociales) han variado a lo largo de los años. Durante siglos se ha asociado belleza y éxito en las mujeres, pero en la actualidad nos encontramos también con la asociación entre el cuerpo ideal (delgado) con salud; por lo que se naturalizan mensajes vinculados a la cultura de la dieta y a supuestos estilos de vida saludables. Por tanto, la presión que se ejerce sobre las mujeres para estar dentro de los estándares corporales es enorme y viene de múltiples frentes.

Se ha asociado siempre belleza y éxito en las mujeres, pero en la actualidad nos encontramos también con la asociación entre el cuerpo ideal (delgado) con la salud.

A todo ello hay que sumar, como socialmente se establece una jerarquía de los cuerpos en función de su aproximación o no a los ideales corporales normativos, fundamentalmente, con respecto al peso. Las mujeres con cuerpos no normativos, las mujeres gordas, viven en primera persona numerosas situaciones de discriminación. Dichas situaciones de discriminación se ven sustentadas por los estereotipos vigentes vinculados al estigma del peso: 

  • El peso corporal se puede controlar.
  • La simplificación para explicar el peso, exclusivamente, a través de hábitos alimentarios y de actividad física. 
  • Falta de diversidad corporal en los medios de comunicación, redes sociales o industria audiovisual.
  • Asociaciones de peso normativo con éxito y salud; peso no normativo con fracaso y falta de salud.
  • Asociaciones entre el peso y determinadas características de personalidad negativas en las mujeres gordas, como vagas o sin fuerza de voluntad.
  • Cultura de la dieta y de estilos de vida saludables.

Se puede afirmar que vivimos en una sociedad donde existen múltiples formas de discriminación sistémica hacia las mujeres que impiden que se dé una igualdad de oportunidades real y dichas opresiones interseccionan: por ejemplo, sexismo y estigma del peso. Las formas de discriminación se cruzan entre sí y presentan desafíos únicos para las personas afectadas. Y es que las discriminaciones que las mujeres viven en primera persona en sus relaciones interpersonales sumadas a la desigualdad sistémica-estructural, contribuyen a las diferencias en la salud de las mujeres que, en el caso de la imagen corporal, se relacionan con la baja autoestima, la insatisfacción corporal, los trastornos alimentarios y los trastornos afectivos.

Las mujeres tienen interiorizada y la sociedad tiene naturalizada dicha violencia simbólica (Infografía II). Podría definirse la violencia simbólica como aquellos patrones estereotipados, mensajes, valores, iconos o signos que transmiten y reproducen dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de las mujeres en la sociedad. La violencia simbólica se convierte en un mecanismo de reproducción y desigualdad de género. De esta manera, se asume que las cosas «siempre han sido así» y, por lo tanto, nuestros valores, creencias y lugares dentro de la sociedad son incuestionables e inmutables. Vivir en una sociedad violenta y machista hacia las mujeres tiene consecuencias emocionales que permean las experiencias de las mujeres y que se plasman en mayor prevalencia sobre diversos diagnósticos de salud mental, entre los que se encuentran los trastornos alimentarios en las mujeres. Para comprender más la situación, el informe presenta:

  • Propuesta de indicadores de discriminación sobre los que habría que incidir en la promoción de la salud en este ámbito. 
  • Pirámide de la violencia simbólica: desde las más sutiles e invisibles que se viven en entornos familiares, sanitarios o educativos entorno al peso hasta las más visibles, haciendo hincapié en el estigma del peso en los cuerpos no normativos (situaciones de presión por parte del entorno cercano o de violencia institucional vividas en la atención médica hasta llegar a la violencia física que puede acabar en muerte por intervenciones vinculadas al aspecto corporal fallidas). Las mujeres también pueden vivir otro tipo de situaciones de violencia en función de su apariencia, normalmente, con comentarios relacionados con la sexualidad, el aspecto físico, hipersexualizantes y deshumanizantes: por ejemplo, en casos de acoso escolar o de acoso digital con la manosfera (mundo online que promueve la masculinidad tóxica, la misoginia y la oposición al feminismo). 

Únicamente, tener en cuenta el gran negocio entorno a las inseguridades corporales de las mujeres de numeroso tipo de industrias puede explicar el que no se hayan propuesto hasta ahora medidas de transformación social. Y es que otro aspecto importante son las reflexiones entorno al doble negocio que existe con la cosificación de las mujeres. Esta sociedad consumista potencia:

  • El autoconsumo para adaptarse al ideal corporal de belleza y delgadez que se asocia con el éxito.
  • La mercantilización del cuerpo de las mujeres: la pornografía, la prostitución o los vientres de alquiler. 

En definitiva, la base de todas estas problemáticas está en la cosificación del cuerpo de las mujeres (sexismo) y el negocio que gira a su alrededor.

Adolescents sortint de l'escola

La insatisfacción corporal y las dietas sin control aumentan entre los adolescentes

Un enfoque sociocultural y de género  

El estudio se realizó en tres fases a(Infografía III): 

  1. Grupo de discusión online profesionales de diferentes ámbitos: salud, educación, activismo antigordofobia, familias o medios de comunicación.
  2. Grupo de discusión online con mujeres jóvenes que tienen o han tenido trastornos alimentarios.
  3. Encuesta online con mujeres jóvenes que tienen o han tenido trastornos alimentarios.

Se lleva a cabo un abordaje integral con un enfoque sociocultural y de género:

  • Variables intrapersonales: factores de vulnerabilidad individual que predisponen a las mujeres a que le afecten más los estereotipos de género. 
  • Variables interpersonales: situaciones vividas a través de los agentes sociales de pertenencia. Burlas, acoso y discriminación relacionadas con la imagen corporal por parte del grupo de iguales, familia, así como entornos educativos, médicos o laborales. 
  • Variables estructurales: opinión de las mujeres encuestadas sobre el papel de los agentes sociales de referencia y la necesidad de transformaciones sociales. Medios de comunicación (analógicos y digitales), redes sociales, industria audiovisual (música, cine o videojuegos), publicidad sexista, moda, industria alimentaria o industria farmacéutica. Pero también se ha indagado sobre la opinión del papel que juega el ámbito educativo, las administraciones públicas, así como, las políticas, leyes o normas actualmente vigentes. 

El sexismo y el estigma del peso están presentes en la vida de las mujeres que tienen o han tenido trastornos alimentarios, a través de sutiles violencias simbólicas naturalizadas por la sociedad e interiorizadas por las mujeres.

Precisamente, resulta novedosa la perspectiva interpersonal relacionada con la violencia directa vivida en los agentes de socialización de pertenencia (Infografía IV) y en los agentes de socialización de referencia (Infografía V). Teniendo en cuenta la información de la encuesta online de mujeres que tienen o han tenido un trastorno alimentario, así como, de los grupos de discusión (profesionales/ mujeres que tienen o han tenido un trastorno alimentario), se puede concluir que: 

  • El sexismo y el estigma del peso están presentes en la vida de las mujeres que tienen o han tenido trastornos alimentarios, pero es preciso un esfuerzo para poder verlo, dado que funciona a través de sutiles violencias simbólicas naturalizadas por la sociedad e interiorizadas por las mujeres que tienen trastornos alimentarios, potenciadas en los medios de comunicación, industria audiovisual y redes sociales.
  • Se describen vivencias cotidianas en las que se pone el foco en el peso para que «cuide su salud»: experiencias de primera mano con familias, profesionales médicos y compañeros y compañeras escolares.
  • La violencia normalizada contra los cuerpos de las mujeres debe parar.
  • Todos los cuerpos, independientemente de su género, apariencia o tamaño, edad y etnia, deben tener los mismos derechos y oportunidades. La inclusión es un tema de justicia social.
  • Las transformaciones sociales no pueden ser en un único frente, ni en un único nivel.
  • Se necesitan las miradas de todo el mundo, interseccionalidad y trabajo colaborativo.

Por lo que se refiere a las mujeres jóvenes encuestadas que tienen o han tenido trastornos alimentarios (Infografías VI, VII y VIII): 

  • Son conscientes de la influencia del sexismo y el estigma del peso. 
  • Es necesario cambiar la sociedad en múltiples ámbitos y niveles. Reclaman que se produzcan intervenciones en todos los agentes de socialización implicados (pertenencia y referencia) en pro de vivir en una sociedad más sana, con menos opresiones y más igualitaria entre hombres y mujeres. 

Una transformación social desde diversos ámbitos

Llevamos décadas investigando sobre qué factores de riesgo a nivel sociocultural habría que incidir en la promoción de la salud sin hacer nada al respecto (Infografía IX):

  • La violencia simbólica, violencia mediática, violencia digital, violencia estética o violencia institucional son conceptos que se han planteado a lo largo de este trabajo, abordando la influencia de los roles y estereotipos de género en las mujeres de nuestra sociedad en los trastornos alimentarios.
  • Las vivencias de las mujeres están llenas de situaciones de desigualdad y violencia. Las mujeres convivimos con violencias sutiles en nuestro día a día cotidiano: en los medios de comunicación e industria audiovisual amplificados en las redes sociales. Pero también en nuestra convivencia directa con nuestras familias, parejas, grupo de iguales, profesorado o profesionales médicos. Todo ello en diversos ambientes: médico, educativo o laboral.
  • El estigma del peso. Dichas violencias impactan en mayor medida en las mujeres con cuerpos no normativos en función del peso, debido a que viven más situaciones de opresión y discriminación. 

Las mujeres convivimos con violencias sutiles en nuestro día a día, tanto en los medios de comunicación como en nuestro entorno más próximo. Esta violencia impacta más en las mujeres con cuerpos no normativos en función del peso.

Por tanto, el cambio, la transformación social, no puede ser en un único frente ni en un único nivel: 

  1. Desde un punto de vista psicologicista: debe trabajarse en tratamientos más respetuosos con las mujeres de todas las formas y tallas corporales e intervenciones con peso neutro. 
  2. Desde un punto de vista estructural: es preciso abordar desde una perspectiva interdisciplinar y colaborativa los cambios estructurales necesarios en los agentes de socialización de referencia y pertenencia.

Entre las acciones a desarrollar, se incide en la necesidad de cambiar los roles y estereotipos de género que continúan presentes en la cultura patriarcal y llevar a cabo campañas de sensibilización y concienciación contra las discriminaciones vinculadas a la imagen corporal y la cosificación del cuerpo de las mujeres. Según las recomendaciones finales, estas acciones deben ir dirigidas a jóvenes, familias, comunidad médica y educativa, así como a industrias y sectores como el audiovisual, la comunicación, la moda, la alimentación o la farmacéutica.

Es cuestión de justicia social para alcanzar la igualdad de género que se lleven a cabo intervenciones para transformar la sociedad en aquellos factores de riesgo vinculados a la cosificación de las mujeres y del estigma del peso superando las desigualdades de género y el negocio instaurado entorno al cuerpo de las mujeres.