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La depresión ¿un trastorno exclusivo de los adultos?

El trastorno depresivo en menores acostumbra a iniciarse de una forma lenta y progresiva
Francisco Moruno Arena

Francisco Moruno Arena

Psiquiatra Infantil. Coordinador Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil Alt Penedès
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
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A lo largo de la historia y hasta hace relativamente poco tiempo se consideraba que el trastorno depresivo en la infancia era inexistente.

Actualmente se contemplan los mismos criterios diagnósticos para las personas adultas que para niños, pero con algunos matices ya que los síntomas en la infancia y la adolescencia son distintos a los que se presentan en la edad adulta.

Globalmente, se considera que un 2% de la población infantil puede estar afectado por un cuadro depresivo y que afecta de igual manera a ambos sexos, aunque algunos estudios apuntan a un predominio del sexo masculino. Posteriormente, en la adolescencia la prevalencia aumenta hasta el 4%, así como la frecuencia de mujeres que se equipara a la edad adulta.

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La depresión puede presentar síntomas muy variables y provoca que algunos autores hablen de la «depresión enmascarada» o bien, que ésta se tenga en cuenta junto a ciertas manifestaciones o trastornos acompañantes (trastorno de ansiedad, somatizaciones o dolores en los más pequeños o trastorno de conducta con o sin consumo de tóxicos en los más mayores).

Que se presente «enmascarada» o acompañando a otros trastornos, dificulta el diagnóstico del trastorno depresivo en población pediátrica.

Mientras que en la población adulta los síntomas más habituales de depresión son:

  • Tristeza persistente
  • Incapacidad de experimentar placer con actividades habituales
  • Sentimiento de culpa.
  • Fatiga.
  • Pérdida de interés e iniciativa.
  • Dificultad de concentración.
  • Agitación o lentitud de movimiento.
  • Trastorno del sueño o del apetito.
  • Ideación suicida.

En los menores, los síntomas más frecuentes de depresión son:

  • Irritabilidad
  • Manifestar emociones molestas, incómodas o fastidiosas
  • Quejas somáticas (dolores de cabeza, nauseas, dolores abdominales)
  • Aislamiento social.
  • La ideación suicida es similar en niños y adolescentes, aunque los intentos son más frecuentes en los segundos.

Cómo se diagnostica la depresión en la infancia

Para el diagnóstico de un episodio depresivo se considera necesario una duración mínima de los síntomas de 2 semanas y un cambio en el funcionamiento habitual. Hay algunas señales a las que podemos estar atentos como los cambios en el rendimiento escolar, en la relación con otros niños o en el propio ámbito familiar.

El trastorno depresivo en menores acostumbra a iniciarse de una forma lenta y progresiva, siendo la expresión de los síntomas más conductuales (problemas de comportamiento en casa y/o colegio) y somáticos (dolores inespecíficos) que propiamente los emocionales.

Este es el motivo de la dificultad en el diagnóstico y que reciba el calificativo de depresión enmascarada. Pasa lo contrario en la población adulta, que suele ser de inicio agudo y con periodos libres de síntomas (curso episódico).

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Para el diagnóstico es necesaria la entrevista clínica por parte de un especialista clínico experto en psicopatología infantil y juvenil, que deberá tener en cuenta las diferentes manifestaciones, así como las circunstancias del entorno para diseñar el plan de intervención.

El tratamiento del trastorno depresivo en la infancia debe ser integral, teniendo en cuenta los aspectos psicoterapéuticos, psicosociales y la indicación de tratamiento psicofarmacológico según el caso.

La alta respuesta a placebo que presentan los niños dificulta la obtención de resultados que prueben la eficacia de los psicofármacos y los antidepresivos en particular.

La psicoterapia es el tratamiento de primera elección. Ninguna orientación o psicoterapia específica ha demostrado una eficacia superior a otra.

Se puede considerar la asociación de tratamiento psicofarmacológico con un antidepresivo por parte del psiquiatra cuando la psicoterapia no sea efectiva, es decir, cuando no se aprecia una mejoría tras 4 o 6 sesiones, y deberá mantenerse el tratamiento al menos 6 meses tras la remisión de los síntomas.

Se debe considerar el ingreso hospitalario en aquellos casos con psicopatología complicada, es decir, si presenta síntomas psicóticos (alteración de las percepciones, con alucinaciones, pensamientos de tipo delirante y pérdida del juicio de realidad), o bien, si el psiquiatra observa riesgo suicida considerable. En este sentido es fundamental la capacidad para la contención de la situación por parte del entorno y la gravedad de la sintomatología.

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Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.