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Artículo

Políticas de envejecimiento y proximidad

Dar respuesta a la diversidad y a las desigualdades, con los cuidados en el centro
Natalia Rosetti Maffioli

Dra. Natalia Rosetti Maffioli

Politóloga
Persona mayor y cuidadora

Resumen

Las políticas públicas de envejecimiento deben adaptarse al cambio demográfico y la diversidad de las personas mayores, enfatizando recursos locales y la democratización de los cuidados. Se promueve el envejecimiento activo a través de iniciativas como las Ciudades Amigas de las Personas Mayores y se reconoce la necesidad de políticas inclusivas y personalizadas que permitan a las personas mayores vivir dignamente en su entorno. El paradigmático Green Paper on Ageing de la Comisión Europea subraya la importancia del aprendizaje continuo y la adaptación de las ciudades al envejecimiento poblacional. Las ciudades europeas se enfrentan al desafío mediante prácticas innovadoras y acercamientos intergeneracionales. Finalmente, se debe fortalecer el municipalismo y la participación comunitaria para que el derecho a la ciudad sea inclusivo y justo para todas las etapas vitales.
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Una de las muestras más visibles del envejecimiento de nuestras sociedades es que cada vez hay más personas centenarias y, entre los grupos de edad más longevos, predominan significativamente las mujeres. Al mismo tiempo, y por varios motivos, las tasas de fecundidad se han reducido muchísimo, algo que también conduce a una sociedad cada vez más envejecida. Este aumento de la esperanza de vida y la feminización del envejecimiento marcan el camino para el futuro de las políticas públicas. Cómo se ha reiterado, el cambio demográfico se expresa en oportunidades y ventajas, pero también en necesidades que se agudizarán en un futuro.

Para hacer frente al proceso de envejecimiento hay que ampliar la agenda social y de cuidados, dotando de recursos a las instituciones más próximas a la ciudadanía. En definitiva, agenda social y agenda local tendrían que reforzarse y confluir y, de este modo, concretar el derecho a la ciudad que incorpora la Nueva Agenda Urbana de Naciones Unidas (ONU, 2021).

Democratizar el sistema de cuidados

De manera habitual, se hace referencia a tres grandes transiciones de nuestras sociedades: la digital, la ecológica y la demográfica. Transiciones a las que se puede añadir una «oleada revolucionaria feminista» que exige, entre otras reivindicaciones, democratizar los cuidados.

Joan Tronto, politóloga de referencia, vincula la crisis de la democracia con la crisis de los cuidados. Eso es, para reforzar la democracia hay que abocarse a construir una sociedad donde los cuidados sean centrales y dejen de estar invisibilizados. Cuidarse un mismo y cuidar a los demás se tendría que garantizar como derecho fundamental. Siguiendo la tesis de Tronto, es imprescindible reforzar las políticas públicas destinadas a los cuidados y, de este modo, las instituciones tienen que tener la responsabilidad (democrática, colectiva y a través de un acuerdo social amplio) de garantizar que todo el mundo pueda tener una vida digna y unos cuidados cuando lo necesite por el motivo que sea.

Es evidente que el sistema de cuidados va más allá de las políticas de envejecimiento, puesto que se trata de avanzar hacia otro modelo de sociedad que sitúe la dignidad y el cuidado de las personas en el centro. 

Personas mayores jugando en casa

La promoción del envejecimiento saludable: un reto de todos

Diversidad de envejecimientos y desigualdades: respuestas desde la proximidad 

El debate sobre cómo queremos envejecer es relevante, un debate que necesariamente tiene que ser colectivo e intergeneracional: es un tema que compite a todas las personas, tengan la edad que tengan. Partimos también de la constatación de que los procesos de envejecimiento son muy diversos, puesto que las personas mayores no son un colectivo homogéneo y las edades también marcan grandes diferencias. Las soluciones homogéneas, por lo tanto, ya no funcionan: las situaciones de desigualdad en las que la edad intersecciona con ejes de exclusión y discriminación, como puede ser el género, el origen, tener una enfermedad o discapacidad, las diferentes opciones sexuales, etc., obligan a replantear las políticas públicas. Hay que combinar servicios y dispositivos para todas las etapas vitales, pensados (colectivamente) y aplicados desde la proximidad, que atiendan las diversidades y las desigualdades. 

Los procesos de envejecimiento son muy diversos y las soluciones homogéneas, por lo tanto, ya no funcionan. Las situaciones de desigualdad obligan a replantear las políticas públicas.

Las ciudades están demostrando más capacidad para afrontar retos a escala global y lo hacen de manera más flexible e innovadora. La conexión global y local en un mundo interdependiente no es un fenómeno nuevo, pero se intensifica aceleradamente. El lema «piensa global y actúa local» emerge en las políticas de transición ecológica, en las prácticas feministas o en el modelo de desarrollo social y económico. Ante el reto del envejecimiento, también la escala local se presenta como la más adecuada para hacer frente. Así, se están impulsando varias estrategias a escala global que se concretan en el impulso de políticas de envejecimiento a escala local.

El paradigma del envejecimiento activo y las Ciudades Amigas de las Personas Mayores 

Bajo el paraguas de la Organización Mundial de la Salud, se han impulsado iniciativas para hacer frente al reto demográfico y a la atención a las personas mayores. Por un lado, las Ciudades Amigas de las Personas Mayores refuerzan a las autoridades y comunidades locales ante el reto del envejecimiento. Esta red, que agrupa a más de 500 ciudades y comunidades, es un espacio para identificar y desarrollar mejoras urbanas destinadas a las personas mayores.

Por otro lado, el paradigma del envejecimiento activo, promovido por la OMS, se ha consolidado como estrategia en el ámbito internacional desde una perspectiva de la prevención y la inclusión social (OMS, 2002). Se trata de un concepto que genera consenso, pero, como pasa con todos los marcos interpretativos, los enfoques pueden ser diversos. En otras palabras, pueden acentuar varios aspectos como la salud, la sostenibilidad del sistema y la participación en el mercado laboral o la promoción de los derechos de las personas mayores y su participación social. Estos enfoques sobre el envejecimiento activo son relevantes, puesto que condicionan el acento y orientación de las políticas para las personas mayores (Ezquerra te alto, 2016).

El Green Paper on Ageing de la Comisión Europea

La Comisión Europea ha aportado propuestas sobre el reto demográfico con el Green Paper on Ageing con una perspectiva a largo plazo en que, especialmente, se plantea como afrontar los cuidados y las pensiones (Comisión Europea, 2020). Como prioridad, se sitúa el envejecimiento activo y saludable y apuesta por las políticas de aprendizaje a lo largo de la vida vinculadas al conocimiento y a las competencias, entre estas las digitales, para todas las edades. 

El paradigma del envejecimiento activo, promovido por la OMS, se ha consolidado como estrategia en el ámbito internacional desde una perspectiva de la prevención y la inclusión social.

Estos dos policy concepts -envejecimiento activo y aprendizaje a lo largo de la vida- son el punto de partida para futuras políticas europeas. Aun así, el rol de pueblos y ciudades es más bien ausente, a pesar de que se menciona el despoblamiento y los problemas específicos del ámbito rural. Una omisión que es relevante, ya que las políticas locales para las personas mayores han sido activas, con temáticas muy diversas para dar respuesta a necesidades diversas, y van en aumento. 

Las ciudades europeas ante el reto del envejecimiento

Muchas ciudades están trabajando con enfoques innovadores temas como la educación y la cultura a lo largo de la vida, las habilidades laborales y la contribución de las personas mayores, la atención integrada social y sanitaria, las nuevas modalidades de viviendas compartidas o de atención domiciliaria, el apoyo comunitario o el combate contra el aislamiento y la soledad no deseada (Ezquerra te alto, 2016; Martí y Rosetti, 2021).

A partir de la red de ciudades europea Eurocities se promovió un estudio sobre las políticas locales ante el reto del envejecimiento, en el marco del programa ESPON. El proyecto europeo ACPA (Adapting European Cities tono Population Ageing: Policy Challenges and Best Practises) ha mapeado algunas de estas iniciativas para reforzar este sector de políticas públicas en el futuro. Analizando el caso de ocho ciudades europeas, se detectaron orientaciones y buenas prácticas, algunas de las cuales se recogen en el cuadro siguiente. 

Ejemplos de buenas prácticas asociadas a los ámbitos de políticas de la OMS
Ámbitos de acciónBuenas prácticasCiudad

Espacio público y  entorno

Comercios amigables con las personas mayores.

Zaragoza(España)

Transporte y movilidad

Pink pick-up buses: servicio de movilidad de bajo coste. 

Oslo (Noruega)

Vivienda

"Viure i conviure": iniciativa intergeneracional en la que una persona mayor aloja a un estudiante en su casa.

Barcelona (España)

Participación social

UP!: aproximación al envejecimiento a través del debate, la cultura y el teatro.

Amsterdam (Países Bajos)

Respeto e inclusión social

AVEM groups: participación de mujeres migrantes.

Hengelo (Países Bajos)

Compromiso cívico y ocupación

Working Well, inclusión laboral de personas mayores de 50 años.

Greater Manchester (Reino Unido)

Comunicación e información 

Life filming: rodaje y participación de personas mayores sobre su vida, conocimientos y entorno.

Gothenburg (Suecia)

Servicios de salud y apoyo comunitario 

Maison des aidants: espacio de apoyo para personas cuidadoras.

Nantes (Francia)

Fuente: Ecorys - Nordregio (2020).

Estas experiencias muestran la diversidad e innovación en muchos ámbitos de acción pública local en las que también se incorporan a las personas mayores para su coproducción.

Otra cuestión capital para las personas mayores es la vivienda, especialmente cuando se hacen necesarios apoyos. Hasta ahora, las alternativas cuando las personas mayores tenían problemas de autonomía era una residencia geriátrica o esperar en casa con los apoyos públicos normalmente muy limitados, dejando esta cuestión en manos de las familias y el mercado. Entre los dos modelos tradicionales, envejecer en casa o a una residencia, también hay alternativas: ejemplos son las viviendas compartidas o las viviendas con servicios y apoyos (iniciativas que ha impulsado el Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo). La vivienda cooperativa o covivienda es un modelo en el que se pueden compartir espacios y cuidados, con experiencias de éxito en toda Europa y que implican activamente a las personas que viven en ellas (Mogollón y Fernández, 2019).

Hace falta un enfoque comunitario y personalizado de los cuidados para que cada persona pueda decidir sobre su proyecto vital. Esto implica situar el envejecimiento activo y saludable como prioridad.

Las preferencias de las personas mayores –así lo corroboran las encuestas y los estudios- es quedarse a su casa, en su entorno comunitario y en su barrio. Recientemente, las estrategias de desinstitucionalización que están promoviendo los gobiernos, com en el caso español, son un paso adelante para situar las preferencias y la atención centrada en la persona. El objetivo es conseguir un enfoque comunitario y personalizado de los cuidados para que cada persona pueda decidir sobre su proyecto vital. La «buena vida en comunidad» implica un cambio cultural y priorizar los recursos preventivos, situando el envejecimiento activo y saludable como prioridad. Nuevamente, la proximidad es un valor y las instituciones locales y las redes comunitarias adquieren un rol fundamental.

Dues persones grans passejant per la ciutat.

La importancia de los entornos urbanos en los procesos de envejecimiento

Derecho a la ciudad para todas las etapas vitales 

Recuperando el concepto de Henri Lefebvre, reivindicado por los movimientos sociales urbanos, el derecho a la ciudad y al hábitat se convierte en una referencia para defender sociedades justas e inclusivas. Después de un amplio debate no exento de controversia, el derecho a la ciudad fue finalmente incluido en la Nueva Agenda Urbana de Naciones Unidas, aprobada en Quito en 2016, la hoja de ruta global que apuesta por un fortalecimiento de las autoridades y comunidades locales. Un buen ejemplo de este salto del derecho a la ciudad al ámbito institucional ha sido su incorporación en las políticas locales. En esta línea, la Estrategia de cambio demográfico y envejecimiento (2018-2030) del Ayuntamiento de Barcelona toma como punto de partida el derecho a la ciudad a lo largo de la vida e impulsa las estrategias de envejecimiento activo, ciudad amigable y convivencia intergeneracional.

Para garantizar el derecho a la ciudad, seguramente necesitamos un municipalismo más fuerte, con más competencias y recursos para planificar colectivamente las políticas locales en temas clave para el envejecimiento, como por ejemplo la vivienda y los cuidados. Los discursos políticos pueden proclamar que se tienen que valorar los trabajos de cuidado y se tienen que fortalecer las políticas de envejecimiento, pero sin el rol activo de las instituciones locales para desarrollar estas políticas será muy difícil hacerlas efectivas. Aun así, ya hay muchas iniciativas en el campo del envejecimiento a escala local que demuestran un gran dinamismo y creatividad. Pero todavía falta profundizar en las dinámicas participativas para que tengan impacto en las políticas públicas y que, desde el paradigma del envejecimiento activo, se reconozca la capacidad de autoorganización y agencia de las personas mayores, como demostró la marea pensionista que irrumpió en 2018 en España.

Por una cuestión de justicia social y de género, las políticas públicas tienen que ser útiles para transformar y tendrían que contar siempre con la participación activa de las personas a quienes se dirigen, incorporando e impulsando experiencias de fortalecimiento comunitario.