Las páginas web, los blogs, los chats o los perfiles en redes sociales pueden ser espacios que sirvan para hacer apología de la anorexia y la bulimia, desde el anonimato, buscando captar a un público muy joven, mayoritariamente chicas menores de edad. Instagram es quizás la red social con más impacto en este tipo de prácticas.

Según un informe de la Agencia de Calidad de Internet, existen casi cuatro millones de publicaciones en las redes sociales que utilizan las etiquetas que esconden este tipo de contenido. Su propia dinámica puede fomentar las comparaciones, provocar un aumento de la insatisfacción corporal en los jóvenes y puede actuar como un desencadenante o reafirmante de un trastorno alimentario. Existen mecanismos para denunciar este tipo de contenidos.