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Artículo

El duelo en la era digital

Acompañando pérdidas en la frontera del contacto
Luis Fernando López Martínez

Luis Fernando López Martínez

Psicólogo General Sanitario. Psicoterapeuta.
Digital

Resumen

El duelo, tan antiguo como la humanidad, convive actualmente con multitud de formas de comunicación y relación marcadas por Internet y las redes sociales. Esta relación ha generado nuevos modos de comportamiento y conductas en el proceso de aceptación individual y social de la muerte.

El autor expone la falta y carencia de educación hacia la muerte y el dolor en la red a la vez que también se produce, en algunos casos, el desarrollo de nuevos patrones de afrontar la pérdida y la muerte gracias a la interacción social.

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El término «duelo» proviene del latín dolium, que significa «dolor, aflicción». Un término acuñado con el objetivo de definir una reacción normal, natural de las personas ante una pérdida. La pérdida puede referirse a una persona (fallecimiento natural, accidente, suicidio, enfermedad, etc.), un objeto o alguna relación o evento significativo.

Las reacciones vertidas en el proceso de duelo incluyen las psicológicas, físicas y sociales, cuya intensidad y duración vendrá determinada por el vínculo de apego y significado relacional con la persona, el objeto o el evento perdido.

Suele pensarse en el duelo dentro del acervo cultural, limitando su presencia única y exclusivamente en el terreno de las pérdidas humanas; sin embargo, encontramos que el duelo se extiende mucho más allá de la presencia física de la persona fallecida, de las relaciones rotas o los abandonos.

El duelo, por tanto, no es un estado, es un proceso. Un proceso que los dolientes definen como una oleada violenta de pensamientos, sentimientos y reacciones físicas que llegan a la persona y que se alterna con descansos —aunque esta sensación de tranquilidad sea solo aparente y superficial—. Dentro de este proceso, son muchos los autores que han establecido diferentes fases, sin que exista un acuerdo unánime sobre su número, que varía desde tres etapas hasta cinco fases.

La falta de cultura de la muerte y la pérdida

No es el propósito de este artículo volver a nombrar las etapas del duelo que investigadores y autores consagrados en la materia han desbrozado hasta las raíces. El aporte personal vendría definido quizás por la necesidad de exponer la falta y carencia de educación hacia la muerte y el dolor en la red, en las nuevas tecnologías, en las redes sociales e Internet, en el adormecimiento emocional institucional ante el hecho innegable de la existencia, de la finitud y muerte.

No existe una cultura de la muerte y la pérdida; la sociedad se encuentra sumida en un analfabetismo emocional promovido por el miedo y la carencia de estrategias educativas que favorezcan una mirada interna compasiva hacia el doliente, externa hacia la sociedad y hacia uno mismo. El peaje para abonar es demasiado elevado para seguir ocultando y silenciando la necesidad de una educación en emociones, en el acompañamiento y empatía hacia el prójimo, en la cultura de ayuda como proyección de las propias necesidades y carencias.

Esta desolación y este abandono emocional a los que se ven abocados muchos dolientes se ven incrementados por la incidencia e influencia de una nueva forma de comunicación, la promovida por las tecnologías de información y comunicación —de un modo especial, las redes sociales e Internet—. 

El duelo no pasa desapercibido en este campo de código binario.

La cultura del like se ha instalado en los procesos de duelo, ha transformado la imagen de la muerte y su acompañamiento.

Son innumerables los ejemplos de casos, algunos muy nombrados y recordados —si el fallecido es un personaje ilustre o afamado— que dificultan el proceso de aceptación que requieren los dolientes y sus allegados. La inmediatez y el anonimato favorecen hilos imparables de conversaciones, imágenes y debate sobre las causas de la muerte, la vida del fallecido y su modo de vida, que claro está, dada la proliferación de opiniones —algunas maliciosas— que circulan en la red, provocan escenarios que dificultan y suman dolor al dolor.

La empatía en la red brilla por su ausencia, encontrando en cualquier noticia de sucesos opiniones diversas que oscilan entre la tristeza y las muestras de condolencia a familiares y amigos, hasta la alegría y proliferación de insultos dirigidos al fallecido.

La digitalización de las relaciones y la vida no escapa al duelo, la muerte no silencia la red, Internet y las redes sociales. La red está viva y en ellas intentamos sobrevivir. Esta es quizás la palabra que mejor define a los que viven la muerte de un ser querido, la de sobrevivir a su ausencia, a su pérdida, al vacío legado con la partida.

Internet ha cambiado el mundo y su forma de habitarlo. En la mayoría de los países desarrollados y en vías de desarrollo, la comunicación virtual ha traspasado fronteras de un modo global, acercando culturas y disminuyendo la sensación de soledad —al menos en lo virtual—.

Duelo

El duelo en tiempos de pandemia

La muerte no ha escapado a la influencia de la red, de hecho, ha ampliado su significado, generando nuevos modos de comportamiento y conductas en el tránsito de su proceso de aceptación individual y social. Ha creado, en algunos casos, novedosos y, al parecer, satisfactorios enlaces y contextos de participación virtual. No obstante, no se debe obviar que, de modo paralelo, la visión desfavorecedora de un uso inadecuado coexiste en las personas que atraviesan duelos.

En relación con ello, sanar con el apoyo de la red, en concreto con el uso de las TIC, y de modo especial con las redes sociales e Internet, posibilita que muchos navegantes en duelo encuentren a través de la interacción virtual nuevos patrones de afrontamiento que les permiten ampliar el concepto y significado del duelo, transformando sus experiencias en compañía de individuos que experimentan situaciones semejantes. Las creencias y valores acerca de la muerte comienzan a ser una expresión virtual donde aceptar el duelo, aceptar la muerte e integrar la pérdida, encuentran en la red un espacio y un tiempo donde permitir una alternativa para sanar.

Las redes sociales e Internet, en definitiva, se han convertido en una realidad alternativa de afrontamiento del dolor.

Son una herramienta en sí misma positiva para el individuo y la sociedad, que transforma conceptos y significados. La red no es negativa, a pesar de sus detractores, siempre que su uso adecuado no invada la especificidad del proceso individual de experimentación del duelo en cada ser humano, respetando límites y fronteras de contacto.

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