«En Els Til·lers nos ayudan a saber comportarnos en sociedad»
Hay muchos detalles que sorprenden de Alek (nombre ficticio): su vivacidad, su resolución, su inteligencia, su capacidad y necesidad de expresarse, a pesar de que cuando llegó a la Unidad Terapéutica del Centre Educativo Els Til·lers no hablaba ni una palabra de castellano, y, sobre todo, lo que nos cuenta y cómo lo cuenta teniendo solo 20 años.
«La sociedad suele juzgar a los chicos y chicas que estamos privados de libertad sin entender todo el dolor y las cosas que hemos tenido que vivir hasta llegar hasta aquí», explica. La suya es una dolorosa historia marcada por un proceso de migración; por una inadaptabilidad al mundo, por un síndrome de Asperger y psicosis no diagnosticados ni tratados durante mucho tiempo, y por una madre ausente.
«Nadie explica a los niños que los padres pueden fallar. Nadie me lo explicó. Al revés, todo lo que te dicen es que a los padres tienes que valorarlos, hacer todo lo que dicen y hacer como que son perfectos, pero la realidad es que algunos padres no son buenos padres y te pueden fallar. Como un niño no sabe que eso es posible, empieza a pensar que el problema está en él», reflexiona Alek, «nadie me explicó que, si mi madre estaba ausente, yo tenía derechos. Que tenía derecho a decirlo a servicios sociales para recibir ayuda».
Durante toda la infancia y adolescencia, Alek no entendía qué le pasaba, no entendía por qué la vida le resultaba tan difícil. Sufría, pero nadie lo detectaba. «Tenía una forma diferente de ver el mundo, pero nadie lo entendía, hasta llegar un momento en el que exploté». Se encontró sin amigos y pasando la mayoría del tiempo encerrado en su habitación, donde daba rienda suelta a su propio mundo recreando historias imaginarias como forma de escapar del dolor. «Mucha gente igual no lo entenderá, pero me gusta estar encerrado en mi habitación, protegido. Hasta el punto de que bloqueo la puerta para que nadie entre porque si no me siento inseguro. Si la puerta está un poco abierta me da inseguridad, me incomoda, me desagrada», relata. Se quedó aislado socialmente, sin posibilidad de comunicarse con otros adolescentes al no hablar castellano. Sus problemas no fueron detectados ni en casa ni en el centro educativo, a pesar de los ataques de ansiedad diarios y los síntomas psicóticos. «Supongo que soy uno de estos “fallos” en el sistema social, donde nadie se da cuenta de nada y, cuando explota, se preguntan por qué ha pasado. Ignorando todos los síntomas», piensa Alek.
La rehabilitación como objetivo
Alek llegó a la Unidad Terapéutica del Centre Educativo Els Til·lers en 2019 después de un periplo por diversos centros judiciales en los que no se adaptaba. En Els Til·lers se atiende a menores y jóvenes con trastorno mental grave y conductas transgresoras con el objetivo de lograr la rehabilitación y reinserción social y comunitaria de estos jóvenes.
«En los centros donde estuve antes de venir aquí, las personas que querían ayudarme era con cosas que pensaban que necesitaban las personas normales, pero conmigo no funcionaba», nos cuenta. En la Unidad Terapéutica Els Til·lers, en cambio, ha podido reconducir su vida, ha canalizado sus intereses restrictivos propios del Asperger, y que él focaliza en la física, y ha aprendido estrategias que le ayudan a controlar actitudes a través de terapia y actividades formativas y deportivas.
«Al principio, lo tomas como un desafío, piensas que los profesionales están para controlarte, que son vigilantes, que son el enemigo. Cuando llegas aquí no conoces las reglas. Las incumples y no entiendes por qué te regañan, tienes esa sensación de que todos están en tu contra», explica. Afirma que no es nada fácil aconsejar a alguien que llega al centro sobre cómo actuar, sino que, simplemente, ante estos conflictos cree que hay que «dejar que pase el tiempo y dejarse ayudar», que todo mejora y con el tiempo entiendes el porqué de las cosas.
«Cuando llegas aquí lo primero que piensas es en la palabra cárcel y todo lo que conlleva, pensando que aquí hay peligro, que hay que defender tu honor, controlar el respeto, que te teman», explica Alek, «pero la Unidad Terapéutica no tiene nada que ver con esto, es un centro educativo y terapéutico. Aquí lo que hacen es intentar integrarnos en sociedad, buscar formas para que no hagas daño a alguien, para que no destruyas cosas… Nos ayudan a saber comportarnos en sociedad para que te traten bien y tu trates bien a los demás».
Alek tiene un buen vínculo con el equipo de profesionales con los que está día tras día «Los educadores hablan mucho con nosotros, nos explican cosas y nos ayudan a buscar cosas que podamos necesitar con los estudios, con un consejo emocional o de vida. Es una relación normal de personas. Personas que intentan ayudar a otros, es su objetivo», comenta.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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