«Cuando el TOC llegó a nuestra casa, nos sentimos muy solos como familia»

«El TOC llegó a nuestra casa en plena adolescencia de mi hijo, y, sobre todo al principio, nos sentimos muy solos como familia». Así empieza el relato de Carmen, una madre que comparte su vivencia de cómo afectó el trastorno obsesivo-compulsivo a su hijo Miquel, pero también a toda la familia.

Este testimonio, que pudimos escuchar en la I Jornada en Cataluña sobre el trastorno obsesivo-compulsivo, organizado por la Associació TOC Catalunya, da visibilidad a este trastorno, que supone un grave impacto en la calidad de vida de las personas afectadas y de sus familias.

Carmen resalta la necesidad de tener acceso a una atención y un tratamiento especializado en TOC y reclama más información y orientación para las familias, así como más sensibilización social para luchar contra el estigma. «Cuando empezó todo, no sabíamos dónde acudir, solo veíamos que tenía cada vez más sufrimiento», recuerda. Y allí iniciaron un periplo de visitas e ingresos, hasta que «encontramos la terapia de exposición con prevención de respuesta (EPR)».

La experiencia de esta madre también nos hacer ver el sufrimiento que representa el TOC para las personas afectadas. En el caso de su hijo, lo que empezó con algunos comportamientos aislados que podrían parecer propios de la adolescencia, estalló en episodios de ansiedad y angustia que se agravaron poco a poco, hasta que un día les dijo: «No puedo más, no puedo parar de pensar, continuamente me vienen a la cabeza imágenes horribles, imágenes que no van conmigo, yo soy buena persona, esto no tiene que ver conmigo, pero no puedo hacer nada más». Ella, como muchas otras familias, ha encontrado en las asociaciones apoyo e información y por eso anima a las personas que estén en esta situación a acudir a ellas.