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Artículo

TDAH y altas capacidades intelectuales

Una doble excepcionalidad difícil de detectar
Ana Gómez

Ana Gómez Salcedo

Maestra experta en TDAH y adulta afectada. Socia fundadora de la asociación AMATDAH
Asociación Madrileña de Adultos con TDAH (AMATDAH)
TDAH y altas capacidades

Podemos decir que las personas doblemente excepcionales son aquellas que presentan altas capacidades intelectuales y creativas y uno o varios trastornos limitantes, como por ejemplo el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno del espectro del autismo (TEA) o dificultades de aprendizaje (dislexia, disgrafía, discalculia, etc.) (Beckmann&Minnaert, 2018). La detección de esta condición resulta bastante compleja tanto por la escasez de información que existe al respecto como por su sintomatología (Fernández, 2019). Para poder entender esta complejidad, debemos antes explicar algunos aspectos de importancia.

El TDAH es la alteración psicopatológica más común en la infancia, con una prevalencia de entre el 5 y el 6 %, y se caracteriza por unos síntomas de inatención, impulsividad e hiperactividad que se pueden traducir en inquietud, nerviosismo, verborrea, dificultad para esperar turno, dificultad en la inhibición de estímulos irrelevantes o conductas irreflexivas, entre otros (Rovira et al., 2020) (Guerrero, 2016).

En referencia a las altas capacidades (AACC), la prevalencia de detección en las aulas debería estar entre un 3 y un 5 %, sin embargo, estas cifras son bastante más bajas en la actualidad. Si atendemos a las cifras actuales del Ministerio de Educación del Gobierno de España, en base a estos datos podemos calcular que más del 90 % del alumnado con alta capacidad no está siendo identificados (Tourón, 2020), en la mayoría de las ocasiones debido a la errónea asociación de éstas con el alto rendimiento, con las escasas habilidades sociales o con la escasa capacidad de adaptación (Touron et al., 2002) (Pfeiffer, 2015) (López et al., 2019) (Baudson&Preckel, 2106). Es decir, si prácticamente no se detecta la sintomatología que presenta una persona que solo posee altas capacidades, podemos hacernos alguna idea de la dificultad que comprende identificar la doble excepcionalidad.

Según la Ley por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006 de Educación (LOE), la educación debe contemplar el derecho de todo el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo a la valoración e intervención temprana de dichas necesidades, y para ello es imprescindible su detección por parte de los docentes. Sin embargo, la complejidad en su identificación, la escasez de conocimiento al respecto y la creencia de que estas dificultades no pueden ser compatibles con la presencia de altas capacidades intelectuales hace que este alumnado pase desapercibido o no sea atendido adecuadamente.

Si prácticamente no se detecta la sintomatología que presenta una persona que solo posee altas capacidades, podemos hacernos alguna idea de la dificultad que comprende identificar la doble excepcionalidad.

Cuando un alumno o alumna doblemente excepcional llega a las aulas, podemos encontrarnos con tres situaciones muy diferenciadas (Baldwin et al., 2015):

  • Los talentos de las altas capacidades enmascaran las limitaciones del trastorno. Suelen ser identificados como superdotados de bajo rendimiento.
  • Las dificultades que produce el trastorno no permiten ver las altas capacidades: el diagnóstico suele ser únicamente el de TDAH.
  • Sus aptitudes compensan las limitaciones del TDAH: no son detectados con ninguna de las condiciones, siendo considerados alumnos y alumnas promedio.

Para conocer la prevalencia de este tipo de doble excepcionalidad sería necesario realizar estudios con una gran muestra de participantes de diferentes niveles económicos y sociales, distintos países, culturas, etc., y por desgracia, sobre altas capacidades y TDAH nadie ha realizado dicho estudio hasta el momento.

Alumnes amb TDAH

¿Cómo acompañar a los niños y niñas con TDAH desde la escuela?

Dificultades del alumnado con doble excepcionalidad

Lo que sí podemos decir es que, debido a la propia percepción de sus capacidades y sus limitaciones, las dificultades del alumnado con esta doble excepcionalidad son más complejas que aquellas derivadas sólo del TDAH o sólo de las altas capacidades (Pardo de Santayana, 2012). 

También resulta de gran relevancia destacar que la presencia del TDAH puede hacer que el rendimiento sea menor, pero en ningún caso hace que disminuya la inteligencia (Webb et al., 2004). A pesar de esto, si se comparan los tests de inteligencia realizados a niños y niñas doblemente excepcionales con los de niños y niñas exclusivamente con altas capacidades, se observa que la menor memoria de trabajo que presentan los primeros repercute directamente en otras subpruebas, que a su vez afectan en el resultado del cociente intelectual, pudiendo ser hasta nueve puntos menor de lo que debería (Antshel, 2008).

La dificultad que entraña esta detección se debe a que, pese a que su origen es completamente diferente, existen características comunes en ambas condiciones.

Similitudes y diferencias entre las altas capacidades y la doble excepcionalidad (Fernández et al., 2015):

Características comunes entre las personas con altas capacidades y las personas con altas capacidades y TDAH:

  • Alteración de la capacidad de atención. 
  • Conductas impulsivas. 
  • Dificultad en el cumplimiento de normas establecidas.
  • Escasa constancia en tareas alejadas de sus intereses.
  • Nivel de actividad elevado.

Características de las personas con altas capacidades y TDAH que no tienen las personas solo con altas capacidades: 

  • Más probabilidad de presentar trastornos comórbidos, como trastornos del ánimo, trastornos del aprendizaje o conductas disruptivas.
  • Menor puntuación en memoria de trabajo, y en tareas de matemáticas y escritura
  • Dificultades en sus relaciones familiares y sociales.
  • Mayor necesidad de apoyo escolar.

Por lo general, las personas con doble excepcionalidad pueden destacar en el ámbito escolar hasta que el contenido les exija mayor esfuerzo de atención y aparezcan las limitaciones del trastorno (Foley Nicpon, 2011). Pese a que a lo largo de su vida desarrollan estrategias para resolver dificultades, a veces estas estrategias pueden no ser suficientes, por lo que necesitarían de una ayuda adicional (Bell et al., 2015). 

Fracaso escolar

TDAH, bajo rendimiento y fracaso escolar

En referencia a las habilidades sociales y emocionales, van a estar condicionadas por factores ambientales de la misma manera que influyen en personas sin ningún trastorno. Sin embargo, podemos destacar una serie de problemáticas asociadas que sí son consecuencia directa de su condición, como por ejemplo (Foley Nicpon et al., 2012):

  • La frustración y desmotivación que se produce cuando su potencial no se ve reflejado en su rendimiento, hecho que en muchas ocasiones puede derivar en depresión o ansiedad.
  • El excesivo perfeccionamiento.
  • La baja autoestima.
  • La dificultad en la gestión de las emociones.
  • La falta de confianza o baja tolerancia a la frustración.

También se ha comprobado que existe una diferencia entre la madurez socioemocional y el elevado potencial cognitivo, lo que puede también causar desajustes en su socialización (Álvarez-Cárdenas et al., 2019).

Las personas con doble excepcionalidad pueden destacar en el ámbito escolar hasta que el contenido les exija mayor esfuerzo de atención y aparezcan las limitaciones del trastorno.

La percepción que la persona doblemente excepcional tenga de sí misma va a depender del tipo de apoyo familiar y del resto de los ámbitos, afectando positiva o negativamente su autoestima, su autoconcepto, su autoeficacia y, finalmente, su rendimiento académico (Danielian& Nilles, 2015). Algo que suele suceder es que el comportamiento que el entorno espera de esta persona corresponda más al de un alumno o alumna con altas capacidades que con TDAH, por lo que se les suele considerar «vagos» o poco trabajadores, se les exige mayor esfuerzo y se les niega el apoyo que necesitan porque se les considera suficientemente capaces (Gómez-Arizaga, 2016).

Por todo esto resulta imprescindible que exista un mayor conocimiento sobre esta doble excepcionalidad y su sintomatología para conseguir que este alumnado no pase desapercibido y puedan valorarse sus potencialidades individuales y apoyarles en sus dificultades.