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La depresión en la gente mayor

Los síntomas a veces se confunden con demencia o el proceso propio de envejecimiento
Mercedes Álvarez Herranz

Mercedes Álvarez Herranz

Psiquiatra de psicogeriatría
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
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Pese a que la depresión es el trastorno mental más frecuente en la gente mayor, junto a la demencia, en muchas ocasiones tiende a pasar desapercibida o a ser confundida.

Por un lado, es frecuente atribuir al propio proceso de envejecimiento síntomas que pueden no serlo, achacando a la edad la pérdida de interés y de ilusión por las cosas, en vez de a una depresión.

«Son cosas de la edad» es una frase que todos hemos escuchado, pero que puede resultar inexacta, pues no es cierto que el propio proceso de envejecimiento implique depresión.

Se añade a esta dificultad el hecho de que en las personas mayores es mucho más frecuente una presentación atípica de la depresión. Así, si todos relacionamos la depresión con sensación de tristeza y ánimo bajo; en la gente mayor es habitual que predomine la irritabilidad, la inquietud o incluso la presencia de síntomas físicos, además de que es frecuente la presencia de otras enfermedades.

Por otro lado, la depresión y la demencia pueden mostrarse de forma muy similar, siendo frecuente también en la demencia la pérdida de interés e ilusión previamente mencionadas, pero también la irritabilidad e inquietud. Además, en ambas se pueden observar cambios respecto la personalidad previa, fallos de memoria y cambios en el sueño y apetito.

Para un correcto diagnóstico y tratamiento es fundamental el consultar con un médico.

Aunque pueden realizarse pruebas complementarias que nos ayudarán en ello (sobre todo a descartar el que la causa de los síntomas sea una enfermedad física), el principal método diagnóstico es la entrevista con la persona y la familia. Con la entrevista obtenemos información sobre los antecedentes, su estado de salud actual y realizaremos una exploración del estado mental.

Antecedentes importantes en la depresión en personas mayores:

  • La presencia de otras enfermedades, incluyendo el abuso de tóxicos y alcohol en el pasado.
  • Los antecedentes de episodios previos similares.
  • Los antecedentes familiares.
  • La personalidad previa del usuario.
  • El entorno social, familiar o laboral, así como un posible declive.
  • La situación psicosocial. Hoy en día sabemos que, junto a la predisposición biológica, se incluye en las causas de la depresión. 

Además de los síntomas previamente descritos en la depresión, es habitual la aparición de ideas de suicidio. Aunque esto resulta usual en las depresiones a cualquier edad, en las personas mayores el riesgo de suicidio es cuatro veces mayor que en la población general, considerándose la edad por sí misma un factor de riesgo para el suicidio en personas con depresión.

El suicidio no debe normalizarse por la edad

Envejecimiento y suicidio

Otros factores de riesgo de suicido incluyen: ser hombre, tener poco apoyo social/aislamiento, el consumo de alcohol (y/u otros tóxicos), vivir en una zona rural, el acceso a medios letales, tener dolor o mala salud, haber realizado intentos previos, los antecedentes familiares de suicidio, los sentimientos de culpa y desesperanza y algunos rasgos de personalidad, como, por ejemplo, la impulsividad o la tendencia a la violencia.

Por ello, es fundamental el preguntar abiertamente por la idea suicida. No es cierto que hablar sobre ello es alimentar la idea, se trata de un mito muy extendido. La única manera de detectar el riesgo y poder prevenirlo es preguntando.

Finalmente, destacar la necesidad de realizar un tratamiento en caso de acabar diagnosticándose una depresión. En casos leves, puede optarse por un tratamiento psicológico. Sin embargo, en la mayoría de depresiones en esta franja de edad será fundamental instaurar tratamiento farmacológico cuanto antes mejor.

Aunque el pilar del tratamiento será un antidepresivo, es frecuente la necesidad de otro tipo de fármacos según la clínica presentada, pudiendo requerir de ansiolíticos, antipsicóticos, hipnóticos u otros.  Tendrá que ser un tratamiento individualizado, teniendo en cuenta la edad de la persona y los síntomas que presenta, las posibles enfermedades somáticas intercurrentes y la posible interacción para los fármacos que esté tomando para éstas, las preferencias de la persona atendida y la facilidad para la toma y el acceso a la medicación.

En conclusión, aunque la depresión en las personas mayores es muy frecuente, a veces es confundida con demencia o el proceso propio de envejecimiento. Es importante prestar atención a lo que expresan estas personas y preguntar lo que no nos dice. Pese a la reticencia habitual al tratamiento, sobre todo farmacológico, es fundamental la instauración de éste para una buena evolución.

Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.