Pautas para los centros educativos cuando hay un caso de TCA
Resumen
Una de cada 20 adolescentes, la mayoría mujeres, tienen un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). El impacto de cada caso en el entorno directo de cada una de estas personas es inevitable y despierta todo tipo de dudas acerca de cómo reaccionar, cómo ayudar y qué papel puede jugar cada uno en la recuperación de esa persona.
Los centros educativos son uno de estos espacios de referencia en la infancia y la adolescencia, donde se relacionan con sus iguales y donde se forman en su camino hacia la adultez.
Es muy habitual que los equipos docentes, una vez se confirma la sospecha que una de sus alumnas o alumnos tiene un trastorno de conducta alimentaria, se pregunten qué deben hacer y cómo deben hacerlo.
No hay una única respuesta, puesto que cada caso requiere de una actuación particular. En este sentido, la coordinación educativa que se establece entre el equipo docente y los profesionales que intervienen en el tratamiento de esa persona es clave para realizar las adaptaciones necesarias que la persona con TCA pueda requerir para asegurar la continuidad de su proyecto personal.
En cualquier caso, hay conceptos base claves que pueden servir de pauta para los centros educativos en el momento en que se da un caso de TCA en uno de sus alumnos o alumnas.
Preservar la esencia de centro educativo
Los trastornos de la conducta alimentaria resultan muy invasivos y toman un peso muy importante en todos los espacios de la persona; por ello es tan importante que el centro educativo preserve su funcionamiento habitual y se mantenga como espacio acogedor y saludable para la alumna o alumno con TCA donde poder seguir construyendo sus proyectos presentes y de futuro, socializar y aprender. De este modo queda en manos del equipo de profesionales especializados en salud mental, encargarse del tratamiento, el control y la supervisión de las pautas alimentarias, así como del abordaje psicoterapéutico.
En relación con las cuestiones académicas propias de la etapa formativa, es recomendable no generar expectativas partiendo del rendimiento previo de la alumna o alumno. Es habitual que la relación con los estudios necesite de una revisión en cuanto a exigencia, flexibilidad, organización, etc. Ofrecerles las adaptaciones necesarias, especialmente durante el tratamiento, es fundamental incluso para aquel alumnado que no las haya necesitado con anterioridad.
Promover un buen clima en el aula y en el centro educativo
El centro educativo es uno de los espacios de socialización y aprendizaje más importante durante la infancia y la adolescencia, de modo que favorecer un clima agradable en la escuela o instituto es primordial y un gran factor de protección para todo el alumnado. Para la persona con un TCA, igual que para el resto de sus compañeras y compañeros, es muy importante sentir que forman parte del grupo, que el centro educativo es un lugar seguro y que este se desarrolla sobre unos pilares de respeto, colaboración y calidez.
A veces las alumnas o alumnos con TCA se distancian de sus compañeras y compañeros o círculos de amistad. El centro educativo puede ofrecer oportunidades muy valiosas promoviendo actividades grupales y colaborativas en un entorno de confianza. Es preferible evitar situaciones en las cuales la alumna o alumno con TCA se sienta señalado o incómodamente expuesto, así que se recomienda dejar para otro momento aquellos temas en los que pueda sentir interpelación directa.
Respetar la intimidad de la alumna o alumno
Aceptar el trastorno e identificar sus manifestaciones requiere de tiempo y trabajo. Respetar los ritmos de la alumna o alumno con TCA es primordial. A menudo, con el fin de proteger y acompañar tanto a la persona en cuestión como al resto de compañeras y compañeros, se explica al grupo clase lo que está sucediendo antes de que la propia persona haya comprendido y aceptado lo que le ocurre. Debemos esperar y contar con el visto bueno de la alumna o alumno y su familia o tutores legales, antes de compartir con el resto de iguales su situación.
También es altamente recomendable evitar hacer observaciones sobre la evolución, tanto física como emocional. Por ejemplo, es muy habitual expresarles: «estás más guapa», «tienes buena cara», «se te ve mucho mejor»; estos comentarios pueden estar fundamentados en nuestras creencias sobre el trastorno y no corresponder con la vivencia de la persona con TCA, pudiendo generar un impacto negativo en ella. Algunas alternativas pueden ser: «teníamos ganas de verte», «nos alegramos de que puedas volver a la escuela». Mantener a la persona en el foco, y no al TCA, puede ser de ayuda a la hora de enfocar su acompañamiento y relación con el profesorado e iguales.
Cuidar el vínculo y los canales de comunicación
Cuidar el vínculo con la alumna o alumno con TCA, sobre todo cuando la asistencia al centro educativo se ve afectada por el tratamiento, es algo muy importante en lo que invertir esfuerzos. De acuerdo con la familia y el equipo de profesionales con quien se esté realizando el tratamiento, se pueden establecer breves encuentros periódicos con la tutora, tutor o persona de significativa referencia, para hacer un seguimiento de su aprendizaje, conocer el estado de la relación con sus compañeras y compañeros, escuchar sus necesidades e inquietudes educativas, etc. Del mismo modo, se recomienda prestar atención para aplazar o pausar estas tomas de contacto cuando se considere que no son necesarias o que están generando malestar. Aclarar al alumno o alumna cómo puede contactar con nosotros cuando lo necesite, sin la necesidad que esté previamente agendado, es una buena alternativa. Es muy importante que cuando compartan algo con nosotros sientan que aquello que expresan es escuchado, validado y libre de comparaciones.
Confiar en el trabajo en equipo
Muchos agentes del ámbito educativo, social y clínico intervienen en el acompañamiento de la persona con un TCA. También la familia. Es absolutamente imprescindible que la comunicación entre todos los agentes sea fluida y de confianza mutua. Solo trabajando conjuntamente y con objetivos compartidos se podrán dibujar hojas de ruta que ofrezcan caminos coherentes y sólidos. Es fundamental tener presente que la evolución del trastorno puede ser fluctuante y que requerirá de la flexibilidad, conocimiento e implicación de todas las personas implicadas.
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