«Todos tenemos algo que aportar en nuestros trabajos»
Ángel A. Urbina es muchas cosas. Es ingeniero industrial y actualmente trabaja en el área de Compras y Contratos de REPSOL en Tarragona. Pero también es padre, estudiante y activista social a favor de la integración de las personas con problemas de salud mental desde la Associació Ment i Salut La Muralla. «Una vida normal», como él dice, y que ha sido posible gracias a que la empresa y las personas que forman parte de ella creen en la integración laboral de las personas con problemas de salud mental.
«Cuando sucedió mi primera gran crisis se paró temporalmente mi vida. Todo parecía que se rompía a mi alrededor, estaba solo, radicalmente solo y no comprendía nada, Mi mente se agitaba en una tormenta y no era capaz de pensar en nada», nos cuenta, «pero en mi interior se mantenía la llama de querer saber qué me pasaba, me sentía como un explorador de mí mismo y me esforzaba en mantener la idea de que no podía renunciar a todo aquello por lo que me había esforzado hasta entonces. Poco a poco fui saliendo del bache, cayendo y levantándome, guiado por el mismo convencimiento que hace que los niños comiencen a andar».
Para este activista de la salud mental, la clave de lograr esta integración laboral está en confiar en las personas. «Todas las personas tenemos algo que aportar en nuestros trabajos», explica, «y el proceso para conseguirlo es como el del agricultor. Una semilla (la persona) ha de sembrarse en el momento oportuno de su vida (cada uno es diferente), en un terreno fértil (una empresa que crea en ti, una asociación que confíe en ti), se ha de regar (apoyar a la persona), la climatología de ha de ayudar (todo lo que envuelve a la persona) y entonces la persona florecerá dando sus frutos». Hace falta pues que las organizaciones sean capaces de ver a las personas como lo que son y no como piezas del engranaje de un proceso productivo.
Para el activista la fórmula está en no pensar en las personas con visión cortoplacista: «Los problemas a los que nos enfrentamos como sociedad en estos momentos (crisis ambiental global, crisis sanitaria, crisis económica) requieren de soluciones fuera del pensamiento único actual, requiere creer en las personas, en sus capacidades, en no considerarlas como un engranaje más de un mecanismo económico, sino verlas como el artesano que es capaz de crear y arreglar ese mecanismo. A nivel legislativo, social, laboral y cultural deberíamos volver a reflexionar sobre lo que hacemos con las personas, con todas las personas no solo las afectadas con problemas de salud mental. ¿Cuánto talento se pierde en el mundo por no creer en las personas? ¿Cuánto vale, si medimos en términos económicos, toda esa potencialidad perdida?».
Ángel lanza un mensaje a todas las personas que puedan encontrarse en un momento similar al que pasó el. «Yo animaría a las personas que se atrevan a explorar sus límites. Uno no descubre sus límites hasta que no se atreve, una y otra vez, a enfrentarse a ellos». Pero para que eso suceda, el entorno ha de colaborar en la lucha personal de la persona. «No puede estar poniendo piedras en el camino de recuperación».
Este testimonio es posible gracias a la Associació Ment i Salut La Muralla.
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