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El peligro de «glamurizar» la muerte por suicidio

Pese a los estudios que demuestran el efecto imitación de la serie «Por trece razones», millones de adolescentes en todo el mundo siguen expuestos a su influencia
SOM Salud Mental 360

Redacción

SOM Salud Mental 360
Por 13 razones

Hablar sobre el suicidio es uno de los pilares de la prevención. En esto están de acuerdo todas las organizaciones y personas implicadas en reducir las tasas de muertes por suicidio a nivel mundial, con más de 700.000 personas al año según datos de la Organización Mundial de la Salud, así como las tentativas autolíticas. Pero ¿de qué manera hay que hablar? ¿Cómo hay que tratar el tema en los medios de comunicación y en los productos de la cultura audiovisual?

Ha llovido mucho desde que en 1774 la publicación de «Los sufrimientos del joven Werther», de Goethe, dejó un reguero de suicidios por imitación. Doscientos años más tarde el sociólogo David Phillips acuñó el término «efecto Werther» para describir, precisamente, el fenómeno de imitación que presenta la conducta suicida.

Este efecto ha sido observado a lo largo de los años y ha guiado las guías de recomendaciones que se han ido publicando para ofrecer consejos sobre el tratamiento adecuado en los medios de comunicación. Se trata pues de aflorar la función preventiva que pueden tener las plataformas de comunicación – efecto Papageno - y apagar la influencia perjudicial que también pueden ejercer – efecto Werther-.

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Existen numerosas guías, como la elaborada por el Ministerio de Sanidad, en las que se recoge ampliamente las recomendaciones clave para informar de forma responsable. Entre estas, se recuerda la conveniencia de no hablar ni de métodos ni de lugares, fácilmente imitables, así como no glorificar a la persona, ni mostrar la muerte por suicidio como algo normal, ni mostrarla como una solución a los problemas, ni como un modo de afrontarlos.

Con mayor o menor acierto los medios de comunicación aplican estas normas deontológicas. El problema llega cuando entramos en el campo de la creatividad, de la libre expresión artística y la industria audiovisual.

El lastre de «Por trece razones»

Han pasado cuatro años desde que la plataforma Netflix estrenó la serie «Por trece razones», basada en la novela homónima de Jay Asher. El argumento de la historia gira entorno a una estudiante que muere por suicidio después de una serie de circunstancias personales que detalla en unas cintas grabadas y que se van narrando en la serie.

Ya desde su estreno, miles de voces especializadas del ámbito de la salud y la educación alertaron de que esta serie podía hacer más mal que bien y algunos estudios posteriores ratificaron el efecto de imitación que estaba teniendo entre los adolescentes norteamericanos. Los estudios se realizaron en Estados Unidos pero el impacto de la serie es global, teniendo en cuenta los 190 países en los que Netflix está disponible para streaming.

¿Pero, realmente, la serie tuvo un efecto contagioso?

El primer estudio publicado fue «13 Reasons Why: Viewing Patterns and Perceived Impact Among Youths at Risk of Suicide» (Hong et al., 2018) y reveló que aproximadamente la mitad de los adolescentes manifestaron que ver la serie aumentaba su riesgo de suicidio por una fuerte identificación con el personaje femenino protagonista. Además, los jóvenes con alto riesgo de suicidio vieron la serie solos y sin discutir ninguno de los temas tratados con sus padres u otros adultos.

En los días siguientes al lanzamiento de «Por trece razones», las búsquedas en Internet con términos como «cómo suicidarse» y «cómo quitarse la vida», aumentaron un 26% a la vez que se registraron aumentos en la búsqueda de teléfonos de ayuda, en un 21%, y búsquedas de prevención del suicidio, en un 26%.

Otra investigación (Bridge et al., 2019) ratificaba que se registró un aumento del 29 % del suicidio en adolescentes estadounidenses entre las edades de 10 a 17 años después del estreno de la primera temporada. En abril del 2017, un mes después de la transmisión de 13 episodios en Netflix, la tasa de suicidio en este grupo de edad alcanzó el más alto nivel en 19 años. La tendencia en este grupo de edad siguió alta el resto del año, con 195 suicidios más de los esperables.

13 razones

Figura 1: (Bridge et al., 2019) - Asociación entre el estreno de «Por trece razones» y las tasas de suicidio en niños y adolescentes de 10 a 17 años en los Estados Unidos. Nota: Los círculos azules indican las tasas de suicidio observadas entre el 1 de enero de 2013 y el 31 de diciembre de 2017. La línea naranja sólida indica los valores ajustados que mejor representan el nivel subyacente, la tendencia y la variación estacional antes del estreno. La línea sólida sombreada indica la emisión inicial del tráiler de «Por trece razones». La línea posterior al área sombreada indica la fecha de lanzamiento de «Por trece razones». Los triángulos naranjas indican las tasas de suicidio previstas; las líneas discontinuas anaranjadas curvas indican los intervalos de predicción superior e inferior del 95%. Las tasas de suicidio observadas en marzo, abril, junio y diciembre de 2017 fueron significativamente más altas que las correspondientes tasas pronosticadas.  


Según un artículo de La Vanguardia, hay otros estudios que «revelaron que los estudiantes que vieron todos los episodios de la segunda temporada tenían menos pensamientos de suicidio y más preocupación en ayudar a alguien con planes de quitarse la vida comparados con aquellos que nunca habían visto la serie; sin embargo, los investigadores también descubrieron que algunos estudiantes que vieron algunos de los episodios de la segunda temporada tenían mayor riesgo de suicidio y menos optimismo sobre el futuro».

Todos los estudios concluyen la necesidad de tener precaución a la hora de exponer a niños y adolescentes a esta serie de ficción y, en cualquier caso, hacer una visualización acompañada.

No se critica el tema tratado, sino cómo se trata

El problema principal de la serie está precisamente en el enfoque de la narrativa. El primer capítulo ya mostraba a la protagonista Hannah Baker quitándose la vida, envuelta en una narrativa que glamurizava o «embellecía» el acto en sí y la serie se salta, a lo largo de la serie, todas las recomendaciones que aconsejan no presentar el suicidio como una herramienta para obtener ciertos fines, como venganza o reconocimiento, ni glorificar el suicidio o las personas que mueren por suicidio.

Netflix reaccionó a las críticas sobre estas cuestiones activando diversas medidas:

  • Activó mensajes de advertencia al inicio de cada capítulo.
  • En julio de 2019, dos años después de su primera emisión, eliminó la escena del suicido de la primera temporada.
  • La advertencia de contenido la complementó con un espacio informativo online sobre la violencia y los abusos sexuales, la salud mental y las autolesiones y el suicidio, accesible desde la propia plataforma y con recursos para los adolescentes y sus familias.

Será difícil conocer hasta donde llega el impacto e influencia de esta serie sobre personas vulnerables y con riego de suicidio. Aunque Netflix no da nunca datos de audiencia, Nielsen publicó una estimación de visualizaciones en 2018 cuando se estrenó la segunda temporada. Según esta empresa, la segunda temporada de la serie fue vista por 6 millones de espectadores en Estados Unidos durante los tres primeros días que estuvieron publicados, con un 75% de público menor de 34 años. Si extrapolamos las cifras a un mercado global a lo largo de cuatro años, estamos hablando de millones de personas expuestas a un mensaje que puede tener un efecto nocivo, especialmente, en personas en riesgo.

Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.