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¿Cómo podemos acompañar como comadronas a una mujer con TCA?
Como comadronas, el cómo acompañemos y el modo en el que ofrezcamos los consejos de salud será determinante, ya que estamos presentes en momentos de gran vulnerabilidad como la adolescencia, el embarazo, el posparto y la menopausia.
Hoy en día, uno de los parámetros más medidos, por ejemplo, en las consultas del embarazo sigue siendo el peso (el peso inicial, en cada visita, el peso total cogido.) y los consejos de salud que ofrecemos, a menudo, van enfocados a controlar ese peso para que cumpla ese cuadrito que todas conocemos que establece unas ganancias de peso ideales según el índice de masa corporal (IMC).
Estas prácticas no están basadas en evidencia científica de calidad. De hecho, está demostrado que cuando la atención se centra en el peso, empora la salud física y mental de la persona. Comentarios como, por ejemplo, «ojo, vigila lo que comes», «no comas por dos, que ya has cogido todo el peso que tenías que coger» o «felicidades, no has cogido nada de peso desde la última visita» son comentarios desubicados que generan más obsesión con la comida, sensación de insuficiencia, vergüenza, culpa... Para una persona con TCA es echar leña al fuego.
Así que debemos echar a un lado la báscula y situar en el centro a la persona. Preguntar, escuchar y acompañar con empatía y respeto, aceptando la diversidad corporal y entendiendo que la salud es un concepto mucho más amplio y subjetivo, y que está determinado por diversos factores modificables (alimentación, movimiento, descanso, consumo de tóxicos, ocio, gestión del estrés...) pero también, otros fuera de nuestro control (peso, raza, edad, acceso a atención sanitaria, pertenecer o no a un grupo socialmente oprimido, etc.).
Trasladando todo esto a unas pautas más concretas, serían:
- Ser conscientes de que subir a alguien a una báscula es una intervención no exenta de riesgo. Valorar riesgo beneficio y, en el caso de que se decida pesar, ofrecer peso ciego.
- Vigilar cómo damos los consejos nutricionales. Debemos ser conscientes de que para que la alimentación sea saludable no sólo importa lo que se come sino como se come. Es importante que sea una alimentación flexible que tenga en cuenta las necesidades nutricionales, hambre, saciedad, el placer, el componente social...etc. Se ha visto que la rigidez alimentaria, así como catalogar los alimentos en buenos y malos, puede dar lugar a conductas alimentarias desordenadas. Recuerda comer mejor mejorará la salud, aunque el peso no cambie.
- Incluir la diversidad corporal en las imágenes de póster de consulta y en las presentaciones para favorecer la aceptación de los cambios corporales.
