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Mónica Civill Quintana. Presidenta de Activament Catalunya Associació

«En el GAM de mujeres es donde he sentido mayor complicidad y solidaridad»

grupos de ayuda mutua

A lo largo de los años he participado en diversos Grupos de Ayuda Mutua (GAM). Cuando llegué a ActivaMent Catalunya Associació venía con muchas inseguridades, con mucha necesidad de escuchar y ser escuchada, de expresarme libremente sin ser juzgada… y ni yo misma lo sabía porque no sabía de la existencia de los GAM.

Los GAM se componen por personas que comparten una misma o similar experiencia. En nuestros GAM compartimos la experiencia de tener problemas de salud mental, de ser supervivientes de la psiquiatría, de tener la experiencia del trastorno mental o sufrimiento psíquico, personas psiquiatrizadas (cada cual se define como se siente más cómodo según su historia de vida).

He participado en grupos de ayuda mutua mixtos y no mixto, en cuanto a género. En todos los casos siempre han sido GAM en primera persona (es decir, no había ni familiares ni profesionales), funcionando de manera horizontal, sin jerarquías, con autogestión de la moderación y del propio grupo, con un compromiso de confidencialidad y de asistencia.

Para mí, un GAM es un espacio de seguridad, donde es muy importante, y de hecho es una regla, la confidencialidad, para poder expresarte libremente y sin miedo a ser juzgada.

Gran parte de mi vida me he sentido un «bicho raro» y conocer personas que habían pasado por experiencias similares a la mía me hizo sentir escuchada y comprendida. Por esta misma regla de confidencialidad que nos protege a todos los participantes y garantiza, al mismo tiempo, el buen funcionamiento del GAM, no puedo explicar los temas que se tratan, pero puedo contar que se crean espacios de complicidad, de compartir preocupaciones, de explicar vivencias propias porque necesitamos explicarlas o porque así ayudamos a otras personas que están viviendo situaciones parecidas. Y porque entiendes que aquello que te dijeron sobre tu problema, que era individual, resulta ser un problema colectivo que tiene causas sociales.

En el GAM me cuestioné mucho todo el autoestigma que llevaba a mis espaldas durante años. Es decir, había interiorizado y hecho mío el discurso del estigma social (por ejemplo, que las personas psiquiatrizadas somos infantiles, que no somos capaces de hacer las mismas cosas que otras personas no psiquiatrizadas, como estudiar o trabajar, que somos personas demasiado sensibles, débiles… e incluso que somos peligrosas o violentas.) Pero gracias al GAM pude ir elaborando realmente mi historia de vida más allá de lo que siempre me habían dicho (que mis problemas tenían un origen biológico y hereditario y que el único tratamiento era la medicación). Pude entender por qué a los trece años tuve una depresión mayor, qué violencias recibí para llegar a ese punto. Y cómo el tratamiento violento hacia mi persona, más allá de la medicación, en ese momento tan delicado me hizo entrar en la rueda de la psiquiatrización y todo lo que eso implica (menos oportunidades, renuncias propias por el mismo estigma social, etc.).

También sé de personas cercanas que han conseguido darle un sentido positivo a lo que les ha pasado, ya que todo lo vivido les ha dado un bagaje de conocimiento que les puede servir a ellas y a otras personas. Sinceramente a mí me cuesta mucho darle un sentido positivo, tengo la sensación de que me arrebataron parte de mi infancia y adolescencia, un momento muy delicado para la mayoría de personas. Y que nunca sabré cómo hubiese sido yo sin esta experiencia tan dolorosa durante tantos años y que, a día de hoy, no tengo superada. Esto me causa mucha rabia, un factor que me empuja a seguir luchando, pero, por otra parte, considero que no es bueno vivir con rabia. En algún momento deberé mirarla a los ojos, perdonar y perdonarme.

En el GAM a menudo ocurre el efecto espejo. Es decir, te ves reflejada en una persona que ha pasado por situaciones o vivencias parecidas a las tuyas y las ha superado. Y esto te da mucha esperanza de cara a recuperarte. Una esperanza que, en general, antes nadie te había dado.

De los GAM en los que he participado me ha marcado especialmente en positivo pertenecer a un GAM de mujeres. En los GAM no mixtos de mujeres y con perspectiva de género he podido reflexionar sobre el lugar que ocupamos las mujeres psiquiatrizadas en una sociedad heteropatriarcal en la que desde pequeñas se nos educa en los roles de género y cómo esto afecta nuestra salud emocional. Los estereotipos que se asocian a ser mujer son la debilidad, sumisión, indefensión, preocupación por los demás, dependencia, elevada emotividad, inseguridad, rol de cuidadora, etc. No es de extrañar que estos estereotipos, que son resistentes al cambio, conlleven un sesgo sexista en algunos profesionales de la salud mental, diagnosticando a las mujeres sobre todo de depresión y ansiedad. A menudo, las mujeres sufrimos actitudes de sobreprotección, paternalismo o pesimismo respecto a nuestra recuperación por parte de los profesionales debido al doble estigma (ser mujer y tener un diagnóstico en salud mental) y podríamos añadir otros (tener una orientación sexual no heteronormativa, ser migrante, etc.).

También ocurre que a las mujeres nos sobremedican más debido a este sesgo sexista, ya que algunos profesionales de la salud mental interpretan que las mujeres somos más frágiles y dispuestas a enfermar.

Por último, me gustaría destacar que ha sido en el GAM de mujeres donde he sentido mayor complicidad y solidaridad (sororidad) entre iguales. Donde he expresado preocupaciones que no me había atrevido a verbalizar en grupos mixtos. En mí caso (no puedo hablar de las compañeras por el tema de la confidencialidad, pero si puedo hablar de mí) me ha permitido hablar de temas que muchas veces se dejan de lado por la sociedad en la que vivimos, en la que los temas que afectan a las mujeres parece que no tienen tanta importancia. Desde el síndrome premenstrual, cuestionarme los estereotipos de género (ser madre), los estereotipos de belleza que me pudieron llevar a sufrir un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), la desvalorización de la identidad de la mujer e invisibilidad, y más cuando eres una mujer psiquiatrizada. He aprendido mucho de mis compañeras de GAM y siento que salgo fortalecida de esta experiencia tanto colectiva como personal al mismo tiempo. Me llevo muy buenos recuerdos de las compañeras, de situaciones divertidas, de alegrarnos por progresos de alguna compañera que lo estaba pasando mal y que sientes que pones tu granito de arena ayudándola a través de tu experiencia, y de las muchas veces que me he sentido arropada y he sentido esos abrazos en forma de palabras a través de la pantalla, en tiempos de pandemia.

Este testimonio es posible gracias a ActivaMent.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 16 de Noviembre de 2021
Última modificación: 30 de Enero de 2024