«Cuando me iba a la cama, no podía dormir, solo podía llorar»

Amor nos cuenta que se ha sentido sola «prácticamente toda la vida», pero que este sentimiento se incrementó todavía más cuando coincidieron la enfermedad de su marido y de su hija. «Vi que lo tenía que hacer todo yo, que tenía que trabajar para tirar para adelante y que nadie me ayudaba», recuerda todavía emocionada. Entonces fue cuando se hundió y, sin tiempo para recuperarse, murió su marido.

La soledad no deseada puede afectar en cualquier edad, pero este sentimiento puede estar más presente en las personas mayores, y más todavía entre las mujeres, relacionado a menudo con la pérdida de los seres queridos. Amor experimentó una soledad que la llevó a una depresión, que ella describe de este modo: «No levantaba cabeza, estaba como en un pozo muy profundo del que no podía salir. Estaba sentada en el sofá y sólo veía a mi marido por todas partes; me iba a la cama y no podía dormir, solo podía llorar; no salía de casa, si no era para ir a comprar y ya está».

Esta mujer fuerte y risueña, que quería apartarse de este malestar continuo, vio que la estrategia era hacer actividades en su barrio: informática, talleres de mandalas, manualidades… Pero donde realmente sintió que resurgía fue, según explica, en el grupo de ayuda «Acompañando la soledad», impulsado por el Parc Sanitari Sant Joan de Déu. «En este grupo, poco a poco, me di cuenta de que estaba más contenta. Y cuando ya estaba bien, empecé a hacer otras actividades, como yoga, salidas por el barrio…», comenta orgullosa. Ahora dice que se siente bien y que tiene una cosa clara: «Ya tengo una edad y quiero estar tranquila hasta que llegue mi hora. Esta es la mentalidad que tengo ahora».

Soledad no deseada, ¿de qué estamos hablando?

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