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El voluntariado en la prevención y el acompañamiento a personas mayores

Hace de enlace entre las personas mayores con soledad no deseada y la comunidad
Laura Fernández Ortiz

Laura Fernández Ortiz

Coordinadora Hospital de Día de Trastornos Cognitivos. Responsable de Desarrollo Solidario
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
voluntariado gente mayor

Resumen

La soledad en personas mayores es un problema de salud pública asociado a peores niveles de salud y mayor riesgo de mortalidad, influenciado por factores como el envejecimiento poblacional, cambios familiares y sociales, y la pérdida de autonomía. El voluntariado juega un papel crucial en la prevención y el acompañamiento, ofreciendo apoyo emocional, promoviendo el bienestar y la inclusión social, y fomentando la participación cívica a través de actividades intergeneracionales y la alfabetización digital. Se recomienda crear sistemas de detección de soledad y aislamiento, desarrollar programas de acompañamiento y fortalecer estructuras de voluntariado para combatir la soledad no deseada en la tercera edad.
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La soledad no deseada es un problema social y de salud pública de primera magnitud. Además de afectar el bienestar psicológico de las personas, su presencia se asocia con peores niveles de salud y mayor riesgo de mortalidad. Prevenir e intervenir es clave para reducir su presencia y evitar las consecuencias negativas.

En primer lugar, debemos diferenciar entre la percepción de soledad (sentirse solo) de la falta objetiva de contactos sociales (aislamiento social). La percepción de soledad puede referirse también a echar en falta la compañía de otros (soledad social) o a no contar con personas en las que confiar y acudir en caso de necesidad (soledad emocional). Y el aislamiento social puede referirse a la red de amigos o a la red familiar.

Pero ambas son circunstancias que afectan a numerosas personas adultas y, especialmente, a mayores de 65 años. Existen cambios en nuestra sociedad que han propiciado todo esto. 

La soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente. Carmen Martín Gaite

Algunas de las causas que propician la soledad de las personas mayores son:

Envejecimiento de la población y pérdida de autonomía.

Nuestra sociedad se va envejeciendo. Vivimos más años que hace unas décadas gracias a la mejora de los servicios sanitarios, la alimentación y las condiciones laborales. Pero vivir más años también conlleva adquirir y desarrollar más enfermedades a lo largo del tiempo y perder autonomía, lo que hace que las personas mayores no puedan realizar muchas actividades y tareas que hacía anteriormente como, por ejemplo, salir a la calle como hacían habitualmente.

Cambios en las estructuras y dinámicas familiares.

Actualmente, en nuestra sociedad, el concepto de familia ha cambiado. Han surgido nuevos modelos de familia y, el conocido como modelo tradicional de familia, también ha ido evolucionando especialmente con respecto a la residencia. Tradicionalmente, la familia era comprendida tres generaciones (abuelos, hijos y nietos) que, a menudo, vivían juntos. Incluso en algunos hogares podían residir otras personas como tíos o tías (familia extensa). La emancipación de los hijos, la residencia de algunos en otro país por motivos de trabajo, familias nucleares, reducción de la cantidad de hijos y el papel de la mujer en el mundo laboral (principal cuidadora de las personas mayores) han supuesto que muchas personas mayores vivan solas.

Desvaloración de las personas mayores.

Se ha dado un cambio importante de la visión que tiene la sociedad de las personas mayores y el envejecimiento; hay muchos estereotipos y prejuicios hacia esta etapa de la vida. No se da importancia a la experiencia que puedan aportar estas personas, y esto provoca una baja autoestima y ofrece un sentido negativo de la vejez. En estos momentos nos hemos convertido en una sociedad de consumo, en la que no hay mucho tiempo para dedicar a las personas mayores. Este hecho hace que la red social de apoyo se haya reducido considerablemente.

Cambios en el mundo laboral y económico.

El hecho de que la esperanza de vida haya aumentado en los últimos años ha hecho que muchas personas que se jubilan tengan más tiempo libre durante más años. Este cambio de vida y sus consecuencias pueden comportar un tiempo de soledad para la persona si no se dispone de los recursos adecuados o éstos no se saben gestionar adecuadamente. Un hecho económico a destacar es la pérdida de poder adquisitivo de mucha gente mayor, así como la existencia de abusos y estafas.

Pérdida de la pareja y de personas próximas.

Es un hecho que causa angustia, tristeza y soledad. La persona pierde relaciones sociales, pero también tiene pérdidas diarias, de rutinas y de rol personal. La gente mayor tiene que hacer una adaptación a estos cambios, y a menudo es muy complicado ya que pueden vivir la muerte de las personas queridas también como un final de su vida.

Según el estudio realizado por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 Investigación cualitativa sobre diagnósticos y planes de ciudades y comunidades amigables con las personas mayores. Una revisión global de la Red Española (2024) se considera imprescindible para paliar la soledad no deseada:

  • La creación de un sistema de detección y registro de casos de alto riesgo de soledad o aislamiento, además de un protocolo de seguimiento y canales de información sobre los procedimientos y concienciación para las personas afectadas, familiares y vecinos
  • El desarrollo de programas de acompañamiento o la realización de actividades al interior del domicilio cuando existen problemas de movilidad o mediante estrategias para combatir su exclusión social.

Las entidades del voluntariado tienen, pues, un papel muy destacado.

Un rol fundamental en el bienestar de las personas mayores

Formar parte del voluntariado es una manera de ser solidario con nuestro mundo desde una acción muy concreta y con un gran compromiso. El voluntariado no sólo reduce la soledad de las personas acompañadas, también tiene un papel preventivo en las personas voluntarias. Actualmente el voluntariado está creciendo en la franja de gente adulta (de 55 a 65 años). La madurez, el desarrollo intelectual, emocional y espiritual con la experiencia de la vida vivida de esta franja de edad ayuda a tomar la decisión de compartirse a través de la generosidad.

El rol social del voluntariado en relación a las personas mayores es fundamental para asegurar el bienestar de esta parte de la población. Este rol se desarrolla desde estas tareas o acciones:

  • Reanudación de actividades abandonadas: dando respuesta al envejecimiento poblacional y a la pérdida de autonomía, el voluntariado puede acompañar en actividades de rutina diaria en la que las personas mayores no se sienten cómodas o ágiles. Salir a la calle, aprovechar para ir al cajero y sacar dinero, hacer un café... Cualquier actividad es una excusa para compartir y volver a tener vida social.
  • Acompañamiento y apoyo emocional: el voluntariado ofrece compañía, con una gran actitud de escucha, brindando así apoyo emocional y ocupando los vacíos que las dinámicas familiares actuales dejan. Comparten tiempo, sin prisas, de calidad, con firme compromiso. El encuentro intergeneracional que se genera a menudo en estos espacios también posibilita el empoderamiento de la persona mayor. Poder compartir historias de vida, experiencia, anécdotas, ... y sentirse escuchado y valorado posibilita romper estereotipos y prejuicios sobre las diferentes generaciones (gente mayor / jóvenes).
  • Promoción de la salud y el bienestar: las personas voluntarias pueden acompañar en actividades físicas o recreativas del barrio. También pueden realizar alfabetización digital (enseñar uso WhatsApp, video llamadas, cajeros automáticos...). Estas actividades fomentarán la inclusión social en el propio barrio y el sentimiento de pertenencia. Además, ayudará a hacer crecer la autoestima y a vivir esta etapa de la vida de una forma más optimista y no sólo de pérdida. Romper con el mito de que no se puede aprender más cosas cuando uno es mayor e impulsar la idea de que los nuevos aprendizajes pueden ser generadores de nuevas relaciones y vínculos (brecha digital).
  • Fomento de la participación cívica: el papel del voluntariado puede ser clave a la hora de dar un empujón a las personas mayores para participar en eventos culturales de la comunidad, no sólo en el papel de espectadores sino haciendo una participación activa. El bagaje y la experiencia de las personas mayores durante su vida pueden dar oportunidades de participación en diferentes foros (clubes de lectura, talleres de arte, charlas en centros cívicos/escuelas, asistencia a universidades...) y, como no pensar en ellas, llegando a pasar de ser una persona que necesite el apoyo del voluntariado a ser voluntaria. Por todo ello, debemos diseñar e implementar programas para potenciar las redes sociales en línea a la integración social de las personas mayores, como otra vía para evitar el aislamiento y la soledad.

En el ámbito del voluntariado parece esencial actuar en tres líneas para potenciar la participación social y cívica de las personas mayores y luchar contra la soledad:

1. Crear un catálogo de opciones de diferentes acciones y actividades y compartirlo con los diferentes entes sociales para que lo tengan a su alcance y puedan ofrecerlo cuando detecten casos de personas mayores con soledad (en los centros de primaria, en los departamentos de trabajo social, ayuntamientos, departamentos de salud/gente mayor/servicios sociales, hospitales...)

2. Incrementar la inversión económica de las entidades que cuentan con voluntariado para poder fortalecer sus estructuras y trabajar con calidad.

3. Promover una red de voluntariado entre diferentes entidades y trabajar alineados, observando nuevas necesidades, compartiendo y creciendo juntos.