Incorporación de personas con problemas de salud mental en el ecosistema laboral

Muchas personas con problemas de salud mental trabajan con éxito y contribuyen de manera significativa a sus puestos de trabajo. No obstante, aún queda camino por recorrer para garantizar una plena inclusión en el ámbito laboral. Los prejuicios que rodean a las personas con problemas de salud mental a menudo se basan en la percepción errónea de que estas dificultades afectan negativamente a su productividad o generan conflictos. Estas creencias se deben principalmente a la falta de información y sensibilización. 

Hablar abiertamente sobre la salud mental en el entorno laboral tiene un gran potencial transformador, y puede ser liberador para las personas que lo hacen, especialmente cuando se cuenta con el apoyo de profesionales y un entorno de apoyo. 

Cada vez más personas se atreven a compartir sus experiencias, incluso personas conocidas o famosas, un hecho que genera un efecto bola de nieve, animando aún a más gente a hablar abiertamente sobre su propia salud mental. Sin embargo, en el ámbito empresarial, el debate sobre salud mental todavía es emergente. 

Abordar el estigma en salud mental en el trabajo

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Diferencia entre personas con certificado de discapacidad y sin certificado 

Las personas con trastornos de salud mental que tienen certificado de discapacidad pueden acceder a medidas de apoyo para la inserción laboral, bonificaciones (tanto para ellas como para la empresa) o a servicios de empleo especializados. Sin embargo, el paro en este colectivo sigue siendo elevado debido al estigma y la falta de adaptaciones adecuadas a los puestos de trabajo. 

En relación a las personas con trastornos de salud mental que no disponen de certificado, por un lado, a menudo pasan más desapercibidas, lo que puede conllevar ciertas ventajas a la hora de acceder al mercado laboral ordinario. Pero, por otro lado, esta invisibilidad a menudo implica que deben renunciar a los apoyos necesarios para su integración, y, a veces, tienen más dificultades para mantener el trabajo. Pueden ser percibidas erróneamente como poco implicadas o desinteresadas, cuando en realidad sus desafíos no son fácilmente visibles. La tasa de paro entre las personas sin certificado es elevada, superando la media de la población general, aunque suele ser inferior a la de las personas con certificado de discapacidad.

La responsabilidad de las empresas

Tradicionalmente, la responsabilidad de adaptarse al entorno laboral ha recaído casi exclusivamente en la persona con problemas de salud mental. A menudo se ha hablado sobre las adaptaciones que estas personas deben hacer, pero poco sobre las acciones que las organizaciones pueden emprender para facilitar su inclusión. Modificar esta dinámica es clave para crear espacios laborales realmente inclusivos. 

Las empresas tienen un papel fundamental en la creación de entornos de trabajo inclusivos y saludables. Es importante destacar que cualquier persona puede tener un problema de salud mental, incluyendo trabajadores que ya forman parte del equipo y que quizás todavía no han compartido su situación. En este sentido, adoptar medidas preventivas favorece la inclusión y ayuda a evitar que otras personas empleadas puedan desencadenar problemas de salud mental por el estrés u otros factores laborales. La manera en que una persona con un problema de salud mental percibe sus propias capacidades y su valor laboral a menudo se ve afectada por el ambiente de trabajo y el apoyo que recibe. Implementar buenas prácticas en la empresa es crucial para mejorar esta percepción y fomentar su implicación y bienestar. 

Ángel A. Urbina

Activista social

Associació Ment i Salut La Muralla

«Todos tenemos algo que aportar en nuestros trabajos»

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Cómo puede acompañar la empresa a la persona con problemas de salud mental: 

• Valorar a la persona en su totalidad: el diagnóstico en salud mental es sólo un aspecto más de suya la vida y no debería definirla completamente. Es importante evaluar a las personas de manera integral, reconociendo sus habilidades y talentos.

• Poner en valor las competencias: cualidades como la adaptabilidad, el compromiso y la creatividad son a menudo desarrolladas por personas que han enfrentado desafíos de salud mental, y pueden ser activos valiosos para cualquier organización.

• Fomentar la participación activa: Las personas con trastorno en salud mental aportan perspectivas únicas. Es importante asegurarse de que sus ideas sean escuchadas y valoradas.

• Reducir el miedo a pedir ayuda: crear un clima laboral donde la comunicación sea abierta es esencial para que las personas se sientan cómodas pidiendo apoyo puntual o específico cuando lo necesiten. 

• Evitar culpabilizar: los errores forman parte del proceso de trabajo para cualquier persona y no deberían atribuirse al estado de salud mental de un trabajador. 

• Comunicar con claridad: la comunicación debe ser clara y directa, evitando ambigüedades. Un lenguaje sencillo fomenta un entorno inclusivo.

• Designar a una persona de referencia: contar con una figura de apoyo dentro de la empresa facilita la comunicación y la colaboración. 

• Invertir en buenas prácticas: promover modelos organizativos que favorezcan la salud mental de todos los empleados es una inversión con un retorno positivo en forma de mejores condiciones laborales y productividad.

• Apoyarse en entidades especializadas: existen entidades especializadas que pueden apoyar a las organizaciones para implementar buenas prácticas de inclusión y brindar a recursos valiosos tanto a la empresa como a las personas trabajadoras. 

El camino hacia una plena inclusión laboral de las personas con trastorno en salud mental pasa por la colaboración entre todos los agentes implicados. Las empresas, además de ser un espacio de inclusión, pueden convertirse en agentes detectores de trastornos incipientes, ya que a menudo es en el lugar de trabajo donde se manifiestan los primeros síntomas o cambios en el comportamiento de una persona. En un mundo en el que la salud mental afecta a una de cada cuatro personas, según la Organización Mundial de la Salud, las empresas deben prepararse para liderar este cambio. Adaptarse a esta nueva realidad no sólo es una necesidad, sino una oportunidad para fomentar entornos laborales más empáticos, productivos e inclusivos para todos.