Las reglas del duelo en una pérdida por suicidio
El tercer sábado de noviembre celebramos el Día Internacional del Superviviente a la pérdida por suicidio, con la voluntad de visibilizar a los miles de personas que cada año sufren una pérdida en el Estado español por esta causa, y compartir con todas ellas su dolor.
El año 2018 murieron 3.539 personas en España a causa del suicidio, de las cuales 522 fueron en Cataluña, una cifra parecida a la de los últimos diez años. Según la Organización Mundial de la Salud, cada acto suicida afecta a un mínimo de 6 personas, en función del vínculo afectivo que exista, así que podemos calcular que alrededor de 21.000 personas se ven afectadas anualmente por una pérdida por suicidio sin que, salvo escasa excepciones, existan iniciativas de atención a un colectivo tan numeroso.
El duelo que conlleva una pérdida por suicidio, todavía invisibilizada socialmente y sujeta al estigma y a numerosos mitos, supone un difícil viaje para quienes lo viven. El riesgo de silenciarlo, de no poder realizar un proceso saludable, nos precipita a los Supervivientes a poder desarrollar afecciones psicológicas y físicas de gravedad que se pueden prolongar a lo largo de mucho tiempo, y a acometer nosotros mismos conductas suicidas.
Debemos autorizarnos a expresar nuestro duelo, nuestra aflicción, que sufren millares de personas iguales a todos nosotros y reivindicar la necesidad de la existencia de recursos especializados, que nos ayuden a sobrellevar nuestra aflicción y pesar.
Por este motivo, queremos humildemente contribuir a la pedagogía de una pérdida tan dolorosa como es la pérdida por suicidio, con este decálogo de recomendaciones.
Las reglas del duelo en una pérdida por suicidio:
- Las personas no reaccionamos igual ante la muerte de alguien querido. Nuestra respuesta será individual y relacionada a como somos, a nuestra educación, experiencias personales y culturales.
- Disimular cómo nos sentimos realmente no es bueno: dificulta la comunicación con las personas que nos quieren y que pueden estar sintiendo lo mismo que nosotros.
- Cuando perdemos a alguien a causa del suicidio, lo normal es que nuestro mundo se vuelva insoportable, inseguro, lleno de dolor y culpabilidad.
- El duelo nos puede causar dolor físico y mental. Es muy conveniente acudir al médico y hacer un seguimiento de nuestro estado general de salud y, si es necesario, buscar la ayuda psicoterapéutica más adecuada.
- El duelo a causa del suicidio presenta un riesgo especial en su evolución negativa, lo que se denomina duelo complicado o traumático, debemos ser conscientes de estar atentos a una evolución negativa para afrontarla y ser capaces de reconocer que necesitamos ayuda.
- Necesitamos que nos acompañen, que nos comprendan, que nos reconforten, no que nos digan que hay que superar esta situación. Es bueno que lo recordemos afectuosamente a nuestro entorno.
- Hablar de nuestra perdida es necesario; revivir nuestra vivencia (qué pasó, cómo lo vivimos...) es bueno para nuestra evolución y para la integración de la pérdida, por mucho que la mayor parte de las personas crean que no.
- La pérdida y el duelo están cargados de mitos e ideas equivocadas, es importante que hagamos un buen aprendizaje sobre el duelo y busquemos información adecuada.
- Llorar es bueno. Estar muy triste es normal. No tener ganas de hacer nada es lógico. Nos digan lo que nos digan, hemos de estar seguros que este es el estado normal y que se prolongará por bastante tiempo.
- La vida a nuestro alrededor sigue, aunque que no queramos. En la medida de lo posible, deberemos encontrar espacios para recuperar nuestra vida y reformular cómo la vivimos a raíz de nuestra pérdida.
Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:
También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.
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024
Línea de atención a la conducta suicida -
061
Salut Respon -
900 925 555
Teléfono de prevención del suicidio de Barcelona