Educar a niños resilientes
El día a día en la crianza de los niños y niñas plantea numerosos retos, dudas y conflictos para madres, padres y cuidadores principales. Ante situaciones difíciles y adversidades, grandes o pequeñas, surgen muchas dudas: ¿estamos ofreciendo una educación adecuada? ¿Somos demasiado estrictos o laxos en las normas y los límites que ponemos a nuestros hijos e hijas? ¿estamos fomentando bien la autoestima y las habilidades de los más pequeños para que puedan gestionar las dificultades de la vida?
Para intentar dar respuesta a estas dudas, la psiquiatra Marta Pardo Gallego, especializada en población infantil y adolescente, certificada en Disciplina Positiva y líder de Programas Alternativos a la Hospitalización, del Área de Salud Mental del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, explica en la charla para familias organizada por el portal FAROS las claves de la parentalidad positiva y cómo practicarla.
¿Qué es la parentalidad positiva?
La parentalidad positiva se centra en fomentar el desarrollo saludable y positivo de nuestros hijos e hijas, a través de la creación de un entorno seguro. Donde prime el cariño, empatía y el respeto mutuo. Realizar una parentalidad positiva es, según Save The Children, respetar los derechos de los niños y educarles sin recurrir al castigo físico.
Este modelo de crianza tiene un papel crucial en el desarrollo de la resiliencia durante la infancia y la adolescencia, una etapa especialmente importante para el aprendizaje de las habilidades que promueven la resiliencia.
La resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos para hacer frente a los acontecimientos negativos de la vida, adaptarnos a situaciones difíciles, persistir ante la adversidad y recuperarnos después de un suceso traumático o estresante. Es por este motivo que la resiliencia es un factor protector de la salud mental.
Se trata de una capacidad que se va construyendo a lo largo de la vida con la suma de factores individuales propios de la personalidad de cada persona y de la influencia del entorno más inmediato de la persona. En este sentido, la crianza y los vínculos con los padres, madres y cuidadores principales son un factor crucial en el fomento de las habilidades para la vida.
Cuando hablamos de parentalidad positiva, esta engloba, según explica Marta Pardo, los siguientes elementos básicos:
- Vínculos afectivos cálidos (protectores)
- Entorno estructurado, límites claros, consistentes.
- Estimulación y soporte al aprendizaje cotidiano y escolar.
- Reconocimiento
- Capacitación, darle competencia e influencia
- Educación sin violencia (toda forma de castigo físico o psicológico degradante)
Educar sin violencia
Save the Children resumió en diez pautas básicas los conceptos clave para una educación sin violencia:
1. Los niños y las niñas tienen derecho al cuidado y guía apropiados.
2. La parentalidad positiva se basa en: conocer, proteger y dialogar.
3. El vínculo afectivo es determinante.
4. El afecto debe demostrarse abiertamente para que los niños y las niñas se sientan queridos.
5. Las normas y límites son importantes: les dan seguridad.
6. Los niños y las niñas deben participar en el proceso de tomar decisiones y sentirse responsables.
7. Se les puede sancionar cuando se portan mal, pero no de cualquier forma.
8. El cachete, el insulto, la amenaza o los gritos no son eficaces ni adecuados para educar a los niños y las niñas.
9. Los conflictos pueden resolverse sin violencia.
10. Para que los niños y las niñas estén bien, los padres tienen que estar bien.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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